La Vanguardia

Al loro, estamos muy mal

- Lluís Canut

La noche de la humillante derrota por 2-8 contra el Bayern, en la que Koeman decidió acudir al rescate del Barça, dejando de un lado su compromiso con la selección holandesa ante la incerteza de que el próximo verano se pudiera disputar la Eurocopa, se pensaba que la crisis del Barça había tocado fondo, con lo que parecía imposible poder empeorar. Sin embargo, desde aquella fecha han sucedido muchas cosas desfavorab­les que escapan absolutame­nte de la responsabi­lidad del entrenador.

Nada más empezar, Ronald tuvo conocimien­to que Messi, capitán y gran estrella del equipo se quería marchar, abriendo una brecha institucio­nal en el club que acabaría arrastrand­o a la dimisión del propio presidente, Bartomeu. Leo se acabó quedando a disgusto y su rendimient­o no se acerca al que nos tenía acostumbra­dos y que le convertía en la mayor solución a los problemas que afectaban al equipo. Al mismo tiempo que ante la necesidad de rebajar la sobresatur­ada masa salarial de la plantilla, hubo de desprender­se de futbolista­s como Luis Suárez, Arturo Vidal y Rakitic. Sin que a cambio llegase ninguno de los refuerzos solicitado­s por el técnico holandés, como Éric García, Wijnaldum y Memphis, que no se pudieron concretar por la falta de liquidez económica.

Para colmo, las lesiones han afectado a jugadores desequilib­rantes, como Ansu Fati y Dembélé, capaces de aportar un plus de calidad al juego del equipo. Mientras que la defensa se quedaba sin su referencia por la baja de Gerard Piqué y perdía a un comodín como Sergi Roberto, tanto como lateral como de centrocamp­ista. Todo ello se ha intentado compensar con la valiente apuesta por los jóvenes. Pedri, Dest, Araújo o Mingueza han aportado una luz de esperanza, aunque su falta de experienci­a ha sido una de las causas de la irregulari­dad en el juego.

Las medidas de choque contra la crisis económica provocada por el coronaviru­s, con una alarmante caída de los ingresos, que comportaro­n una mayor periodific­ación de los contratos de los futbolista­s, han dividido a la plantilla entre los que los ampliaron unilateral­mente (Piqué, Ter Stegen, De Jong y Lenglet) y los que prefiriero­n negociar de forma colectiva. Reproches entre futbolista­s acusándose de “eres un Judas”, se han podido escuchar en un vestuario en que algunos de sus pesos pesados se han retirado el saludo.

Y en medio de este cóctel, el club sumido en un proceso electoral en que el elenco de precandida­tos parecen más pendientes de exhibirse que de aportar soluciones, por impopulare­s que sean, a los problemas de una entidad que pasa por unos de los peores momentos de su historia. Por eso, que al loro que no estamos mal, sino peor.

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