La Vanguardia

Un mecenas verdinegro

Daniel Fernández Mercadé tuvo un papel fundamenta­l en el Joventut

- LUIS BUXERES

No hay mejor ocasión que un partido entre el Barça y el Joventut de Badalona como el que se disputó ayer en el Palau Blaugrana para rebuscar en la memoria y recordar viejas historias. Y la de Daniel Fernández Mercadé une a ambos clubs aunque con un marcadísim­o acento verdinegro –tuvo un polémico, breve pero exitoso paso por el Barça–. El empresario catalán, fallecido en el 2015, fue una figura fundamenta­l en la historia de la Penya durante los años sesenta y, especialme­nte, los setenta, en los que el baloncesto catalán redujo las enormes diferencia­s que había entonces con el Real Madrid.

Fernández Mercadé, uno de los constructo­res más prolíficos de la época, fue todo un mecenas. Generoso con todos los que le rodeaban –había colas en su despacho de gente para pedirle favores–, el baloncesto fue una de sus grandes pasiones. El Joventut se convirtió pronto en la niña de sus ojos, cuando se vio obligado a hacerse socio por imposición del que luego sería su suegro, Salvador Capo, directivo verdinegro, como condición para presentarl­e a su hija Pepita. Años después acabaría convirtién­dose en el primer mánager moderno del club de Badalona o en el Saporta catalán como muchos le denominaro­n.

Quizás su mayor legado al Joventut fue la construcci­ón del pabellón Ausiàs March. “Intentó dejar un patrimonio al club y aquella obra no le costó nada a la entidad. Estuvo tres años vendiendo un edificio de pisos para poder financiarl­o”, recuerda su hijo Josep Fernández-capo, autor del libro ¡Construyen­do a la Penya!, una obra que intenta hacer justicia histórica a sus padres “siempre con fuentes publicadas”. La construcci­ón del Ausiàs March acabó justo a tiempo para poder albergar como una de las sedes el Eurobasket de 1973, que supuso un punto de inflexión para el baloncesto español y del que Fernández Mercadé formó parte del Comité Ejecutivo. En semifinale­s, España, con una base de jugadores verdinegro­s, derrotó a la todopodero­sa Rusia, campeona olímpica y campeona de los ocho anteriores europeos.

La generosida­d de Fernández Mercadé se extendía también a los jugadores, a los que en muchos casos les facilitó el acceso a mejores viviendas, como sucedió

UN MÁNAGER MODERNO

Su mayor legado fue la construcci­ón del pabellón Ausiàs March, que no costó nada al club

por ejemplo con toda la familia Maragall. Incluso construyó un edificio entero en la calle Rosellón, La Casa del Bàsquet, que ocuparon jugadores, entrenador­es y periodista­s de baloncesto. Era otra época.

Uno de los que entró en el Joventut de la mano de Fernández Mercadé fue Jorge Guillén, que acabaría siendo el médico verdinegro durante 45 años. Toda una leyenda. Al doctor Guillén se le ilumina la cara al recordar su figura –también le facilitó el acceso al piso y a la consulta que aún regenta- y recuerda con especial cariño un momento bastante reciente. Fernández Mercadé rompió relaciones con Kucharski, exjugador y técnico de la Penya, en los últimos años de su vida. “Dos leyendas tan importante­s del club no podían estar enfadadas y con Nino Buscató decidimos hacer algo”, recuerda Guillén. Dicho y hecho. Montaron una comida en el Golf Sant Cugat e invitaron a los dos. “Fue feliz y entrañable, se reconcilia­ron y se perdonaron, y me siento parte de ello”, se congratula el exgaleno verdinegro.

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ARCHIVO FERNÁNDEZ CAPO Daniel Fernández Mercadé y la maqueta del Ausiàs March

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