La Vanguardia

Sarah Fuller

Futbolista

- Rafael Ramos

Sarah Fuller (21), guardameta de soccer de la Universida­d de Vanderbilt, se convirtió hace unas semanas en la primera mujer en jugar y anotar puntos en un encuentro masculino de fútbol americano universita­rio.

ACornelius Vanderbilt, patriarca de una de las familias más aristocrát­icas de Nueva York, pura realeza de la costa este norteameri­cana, no se le había ocurrido dar ni un centavo para causas filantrópi­cas hasta que una vez recibió de visita en su mansión a un pariente lejano, un obispo protestant­e casado con una prima de su segunda mujer. Y que le transmitió su entusiasmo por el proyecto de construir una universida­d en el Sur de los EE.UU. para “reforzar los lazos entre las dos secciones de nuestro dividido país”. Era 1873, y la guerra entre yanquis y confederad­os había acabado hacía ocho años.

El obispo, un tal Holland Mctyere, se puso manos a la obra, escogió un sitio para el campus en lo que hoy es el centro de Nashville (la capital de Tennessee y de la música country), supervisó la plantación de árboles y la construcci­ón de los primeros edificios, entre ellos un observator­io astronómic­o y viviendas para los profesores. Todo con ello con la ayuda de un millón de dólares que Cornelius, alias “el comodoro”, depositó en su cuenta corriente.

La Universida­d de Vanderbilt, considerad­a una de las mejores veinte de los Estados Unidos, nació bajo las alas de la Iglesia Metodista Episcopali­ana, y estaba previsto que fuera religiosa y sólo para hombres, aunque –al contrario que otras– nunca prohibió en su carta fundaciona­l el acceso de las mujeres. Desde el principio hubo alguna que otra, pero estaban discrimina­das en el sentido de que no tenían entrada a los dormitorio­s ni podían competir por los premios académicos. En 1897 solo había cinco. En 1913 eran ochenta, un veinte por ciento del total.

Ahora, así son las paradojas de la vida, Vanderbilt ha hecho historia porque Sarah Fuller, una chica de 21 años y la portera de su equipo de soccer, se ha convertido en la primera mujer que salta al campo en medio de los hombres en un partido de fútbol americano al máximo nivel universita­rio, y también la primera que anota puntos (ha convertido dos extra points después de sendos touchdowns). Todo por culpa o gracias a la Covid. Los kickers de la plantilla estaban enfermos o en cuarentena cuando los Commodores (su nombre, no hay que decirlo, es un homenaje al mecenas) tenían que jugar contra los Tigres de Missouri, y al entrenador no se le que ocurrió otra solución que recurrir a ella. No había nadie más capaz de hacer volar un balón (redondo u ovalado) más de sesenta metros.

La tejana Fuller es alta (1,87 metros), igual que sus padres y abuelos, desde pequeña aparece en la última fila de las fotos de la clase, y su primera inclinació­n fue hacia el baloncesto y el voleibol, hasta que se fijó en el fútbol. Empezó como delantera, que no se le daba mal, pero un buen día el técnico de su escuela secundaria la puso en la portería para sacar partido de su envergadur­a. Al principio le pareció un castigo, lo que quería era meter goles. Pero acabó especializ­ada en detener penaltis.

Las lesiones han hecho mella en su carrera, pero como capitana de los Commodores ha alzado el título de la SEC (Conferenci­a del Sudeste, en la que compiten universida­des de tanto pedigrí como Alabama, Misisipí, LSU y Ole Miss). Lo que nunca imaginó es que acabaría haciendo historia en el college football, en dos partidos (derrota por 41-0 frente a Missouri y por 42 a 17 contra Tennessee) en los que realmente se puede decir aquello de que el resultado es lo de menos. Su imagen con un casco que llevaba inscrito play like a girl (juega como una chica) ha dado la vuelta al mundo, su cuenta de Instagram ha pasado de mil a medio millón de seguidores, y ha recibido mensajes de Billy Jean King y Lebron James.

Hay mucho machista y gente mala, que, en vez de celebrar el simbolismo, ha criticado el kick

poco convencion­al de treinta yardas (en vez de intentar sacar la pelota del campo) que hizo contra los Tigres siguiendo instruccio­nes del entrenador, o que no intentara ejecutar ningún field goal

desde larga distancia. Ha recibido amenazas de violación, y los típicos de “si quieres jugar con los hombres has de pegar a la pelota con tanta fuerza y precisión como ellos”. Pero esas cosas no la intimidan. Cuando llegó el partido frente a Tennessee, los kickers habituales ya estaban sanos, pero el entrenador la premió escogiéndo­la de nueva a ella para patear, y anotó dos puntos.

Sarah Fuller no volverá sin embargo a ponerse el casco. El último partido contra Georgia fue cancelado por la pandemia, y su etapa en Vanderbilt ha terminado. Hará el doctorado en la Universida­d de North Texas y jugará otra vez al soccer. Su próximo gran desafío es licenciars­e en Medicina. La historia ya la ha hecho.

Era la portera del equipo de ‘soccer’ y el técnico recurrió a ella al ponerse enfermos sus pateadores

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ICON SPORTSWIRE / GETTY Sarah Fuller sonríe durante el partido contra Tennessee
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