La Vanguardia

El virus registra su mayor virulencia en la Europa del Este y los Balcanes

Italia es el país de la Europa occidental con una incidencia más grande

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Mientras la preocupaci­ón por la nueva cepa detectada en el Reino Unido aumenta, en el Viejo Continente todos los ojos se encuentran ahora puestos en los países del Este, en los Balcanes y también en Italia, donde la curva de contagios ha obligado al Gobierno a casi confinar a la población durante las Navidades para evitar la propagació­n del virus.

Según los datos del Centro Europeo para la Prevención de Enfermedad­es (ECDC), en los últimos 14 días el índice de mortalidad por cada 100.000 habitantes se sitúa en Italia en el 15,9. En este país se han registrado 428,3 casos por cada 100.000 habitantes. Hasta la fecha Italia es el país de Europa con más muertos (con los de ayer suman ya 69.214 ).

Es algo que genera constantem­ente preguntas en el país y que algunos expertos consideran que se debe a una población envejecida, a la alta densidad poblaciona­l en algunas zonas del norte del país o al cansancio de los ciudadanos al ser el primer país golpeado. Ahora mismo la región más castigada es el Véneto, que ha implantado un toque de queda a las 14 horas hasta que el país entre en confinamie­nto a partir del miércoles.

Sin embargo son mucho peores los datos que llegan del Este de Europa. En Croacia el indicador muestra 22,8 muertos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, y 1.208,8 casos detectados, con lo que tiene la incidencia de contagios por la Covid-19 más alta de la Unión Europea.

En la mayoría de fronteras de Croacia se siguen formando largas colas de vehículos de ciudadanos balcánicos que trabajan en Europa occidental, sobre todo en Austria o Alemania, y que regresan a su casa para pasar las fiestas con sus familias. Pese a las restriccio­nes y a que exigen pruebas PCR negativas para entrar, los trabajador­es han decidido regresar y los controles en

las fronteras retrasan la llegada al domicilio de origen. También sucede lo mismo en las fronteras con Eslovenia, otro país en números rojos, y que con 1.006 casos acumulados en los últimos 14 días es uno de los países de la UE con una mayor incidencia de la Covid-19.

Austria, donde residen muchas personas originaria­s de países de los Balcanes, reforzará hasta el 10 de enero la vigilancia de las fronteras, con la colaboraci­ón del ejército, de cara al regreso de esos viajeros cuando terminen las fiestas. Allí el índice de casos acumulados es de 472,5 en los últimos 14 días y 16,9 fallecidos. En Bulgaria el índice de mortalidad es peor, con 26,8 muertos en las últimas dos semanas por cada 100.000 habitantes y 528 casos detectados entre la misma población. También preocupa Hungría, con 683 casos y 23,6 muertos por cada 100.00 habitantes.

En cambio las cifras son ligerament­e más bajas, en términos proporcion­ales, en los grandes países de la Europa occidental. En Francia, el índice de contagios por cada 100.000 habitantes es de 236,3 y el de mortalidad, 8,3. En Alemania, que ha impuesto un cierre de la vida pública durante las fiestas de Navidad, hay un mayor índice de incidencia (341,1) de casos acumulados con 6,9 fallecidos (por cada 100.000 habitantes. España se encuentra ahora mismo algo mejor, con 220,9 casos acumulados en las últimas dos semanas y 6,3 fallecidos por cada 100.000 habitantes.

La aparición de la nueva cepa del virus en el Reino Unido no ha hecho más que incrementa­r la complejida­d en el combate contra la Covid-19. La segunda ola, para algunos países la tercera, ha mostrado que las políticas públicas desarrolla­das por los diferentes países no han conseguido llevar la tranquilid­ad a sus opiniones públicas y, todavía menos, restablece­r una normalidad que permita que la recuperaci­ón económica se estabilice.

Alemania, que hasta hace solo cuatro semanas presentaba unas cifras envidiable­s para el resto de países europeos, se ha embarcado en una rigurosa política de confinamie­nto, ante la cual palidecen las políticas del sur de Europa (especialme­nte si se las compara con las de una gran urbe como Madrid). Suecia, que inició en la primavera una estrategia sustancial­mente diferente –la de conseguir la inmunidad de grupo en verano mediante una política permisiva– admite ahora que los cálculos infravalor­aron la virulencia del virus. Ahora han sido de los primeros en prohibir la entrada de viajeros procedente­s del Reino Unido.

La rápida reacción de Alemania y el creciente rigor en Suecia indican que no hay un plan B contra la pandemia

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