La Vanguardia

“Va fan culo, 2020”

- Núria Escur

De todo lo del año, lo peor es que no se haya licuado la sangre de san Jenaro. Está Nápoles que trina, acojonado, porque creen en ello como en el Santo Grial. Augura más desastres. Cuenta la tradición que, allá por 1631, la ciudad se salvó de una violenta erupción del Vesubio. Cuando el volcán amenazaba con destruir su tierra, los napolitano­s sacaron la reliquia del santo y la lava se frenó justo a tiempo.

Conozco una persona que, acompañada de sus hijos, aterrizó en Nápoles para depositar parte de las cenizas de su esposo delante del Vesubio. Al momento, desde la plaza hermosa, un par de orondos abuelos napolitano­s empezaron a desgañitar­se con Funiculi funiculà a lo Pavarotti, la misma pieza que el finado (cosa que ellos, evidenteme­nte, desconocía­n) había pedido para concluir su entierro.

Después de lo de Maradona, ahora lo del santo. Recuerdan los viejos que los años en los que no se ha licuado su sangre ha habido desgracias locales y terremotos. Bueno, vayan pasando que vamos para bingooo… La tendencia no va a cambiar a menos que hoy nos toque algo en el sorteo de la lotería nacional.

Italia es una tierra sabia a la que recurríamo­s otras Navidades. En los tenderetes de Santa Llúcia, delante de la catedral y en plena regresión infantil, comprábamo­s una figura nueva, lavandera o pescador (solo una por año, como manda el canon), con tanta luz que ni las del Presepe Cuciniello.

Este año he abierto la caja y la he vuelto a cerrar.

Los pesebres napolitano­s son, sin duda, los mejores de mundo. Cuando aquí los franciscan­os empiezan a montar pesebres, en el siglo XV, en monasterio­s de toda la Península, los napolitano­s ya llevan dos siglos. Y en 1223, un italiano, san Francisco de Asís, gesta la primera escenograf­ía de belén: en una cueva de Greccio, a la vista del valle de Rieti.

Corre un vídeo reenviado por Whatsapp que es la esencia pura de este año al que queremos dar puerta. Hecho con humor por seis italianos con gorro de lana y bajo la leyenda “Andropausa”. Cada uno, en su ventana, entonando a voz en grito el estribillo de una canción: “¡¡Va fan culo, 2020!!”.

“Pero el pensamient­o de todos va / a quien no cantará más. / A quien ha perdido amigos y parientes, a la mierda 2020”, se despiden los italianos. Aquella mujer siempre pensó que había sido un milagro de san Jenaro. Sus hijos también. No he visto resumen más gráfico. A la mierda, 2020.

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