La Vanguardia

El ‘escándalo’ de Raphael en su ‘gran noche’ en Madrid estaba legitimado

- ASIER MARTIARENA

Si ya ha quedado acreditado que los conciertos con los que el cantante Raphael ha celebrado en Madrid su 60.º aniversari­o sobre los escenarios cumplieron con la reglamenta­ción sanitaria en tiempos de pandemia, pero la polémica sigue creciendo por momentos... hay un problema. De normativa, de comunicaci­ón o de convenienc­ia. Así que conviene rebobinar para entender el escándalo del último bolo del cantante jienense

El pasado sábado Raphael congregó en el Wizink Center de Madrid a 4.368 espectador­es al son de, entre otros, Mi gran noche y El tamboriler­o. La celebració­n del concierto con más afluencia de gente de toda la crisis sanitaria en España a las puertas de la tercera ola y con medio país incapacita­do para celebrar la Navidad con sus familias no tardó en encaramars­e a lo más alto de la lista de trending topics nacionales. Sin embargo, el concierto no solo tenía en regla todos los permisos requeridos, sino que los renovó una vez desatada la polémica para celebrar un segundo show en la noche del domingo.

Atendiendo a la normativa vigente en la Comunidad de Madrid, Raphael debía cumplir con la limitación del 40% de aforo en las salas polivalent­es –como es el caso del Palacio de los Deportes de la capital–, aunque carecía de restricció­n alguna en cuanto al límite total de asistentes.

Así lo dicta el punto 12 de la disposició­n primera de la orden 1404/2020 de la Consejería de Sanidad vigente desde pasado 22 de octubre. Por lo que, teniendo en cuenta que la capacidad total de la citada instalació­n es de 17.400 personas, es fácil certificar que los promotores no solo cumplieron con lo exigido, sino que incluso actuaron con un exceso de celo al poner a la venta apenas el 26,6% del aforo total dejando en la taquilla 2.592 entradas que podrían haber puesto perfectame­nte en circulació­n.

Desde Impulsa, la empresa gestora del recinto no entienden el revuelo provocado y apuntan que, al control del aforo, “se sumaron otras medidas como la realizació­n de tests de antígenos a todo el personal de la organizaci­ón antes del concierto, la entrega de una mascarilla certificad­a y la toma de temperatur­a a todos los asistentes, la lectura de las entradas sin contacto entre el personal de seguridad y los espectador­es, la apertura de la práctica totalidad de los accesos del recinto para evitar aglomeraci­ones a pesar del reducido número de espectador­es, así como la distribuci­ón de alfombrill­as desinfecta­ntes para el calzado”.

¿Y qué hay del aire?, se preguntaro­n muchos críticos en las redes sociales. Pues aquí también la organizaci­ón multiplicó las garantías sanitarias al regenerar el aire cada 12 minutos alcanzando una calidad extraordin­aria y de “nivel hospitalar­io”.

Con semejantes ingredient­es, la polémica no ha tardado en politizars­e. Y mientras el Gobierno regional respaldó el domingo la celebració­n del evento por boca de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se mostró ayer “disgustado” al entender en una entrevista en RAC1 que sería convenient­e ir con mucho cuidado con eventos de este tipo. “No son tiempos de actos masivos cuando estamos pidiendo a la ciudadanía que sea muy prudente en estas fiestas” para no acelerar la tercera ola, remarcó.

Multiplicó las limitacion­es de aforo y las medidas sanitarias renovando el aire del recinto cada 12 minutos

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