La Vanguardia

¿Quién es la única monja que puede participar en la votación de los Oscars?

- LARA GÓMEZ RUIZ

La fe mueve montañas pero también cambia rumbos. Si no que se lo digan a Dolores Hart, la primera mujer que besó a Elvis Presley en la gran pantalla. Su carrera en Hollywood fue de las más prometedor­as a finales de los 50 y principios de los 60. Sin embargo, de un día para otro, sorprendió al público anunciando que lo dejaba todo para convertirs­e en religiosa.

En la meca del cine no la creyeron. O, más bien, no quisieron creerla. El entonces poderoso productor Hall Wallis enfureció después de que Dolores se negara a firmar un contrato millonario con la Metro Goldwyn Mayer. “Firma o te aseguro que nunca más trabajarás como actriz”, le llegó a decir.

Cuando tomó la decisión ya había protagoniz­ado diez películas, un gran éxito en Broadway que le llevó a ganar el Theatre World Award y le valió una nominación en los premios Tony y se acababa de compromete­r con el multimillo­nario arquitecto Don Robinson quien, por cierto, nunca se recuperó del plantón. “Dios es más grande que Elvis y Hollywood”, sentenció. Pese a todo, todavía hoy sigue como miembro de la Academia de Cine y participa en la votación de los Oscars.

Hart siempre ha estado vinculada de un modo u otro al séptimo arte. Sus padres eran los actores Bert y Harriet Hicks, La tuvieron a los 18 años y se divorciaro­n poco después. Se acabó mudando con su madre a Beverly Hills, por lo que el ambiente vecinal, además del familiar, le llevó a probar suerte en el mundo del artisteo.

Durante su etapa universita­ria se animó a participar en un casting para la película Loving you. La cogieron de inmediato y no solo compartió pantalla con Presley, sino que pudo besar al rockero en el que fue recordado como el beso más largo de la historia del cine. Quince segundos de pasión que en realidad fueron horas de rodaje para que quedara perfecto. La escena se repitió una y otra vez porque los dos enrojecían, para desespero del director. Se llegó a decir incluso que lo hacían expresamen­te para repetirlo y que Elvis la invitó a salir durante

el rodaje pero ella se negó, alegando que no compartía trabajo con vida privada. Poco después, volvieron a coincidir en el filme

King Creole.

Tras el éxito junto al rey del rock, cambió de registro y se puso en la piel de Santa Clara de Asís en la cinta Francisco de Asís en un rodaje que la llevó a Roma. Allí se le concedió una audiencia con el papa Juan XXIII. Los años siguientes, siguió trabajando en distintas películas hasta 1963, año en el que terminó su carrera, siendo Come fly with me su última aparición en la gran pantalla.

En el 2012, los flashes volvieron a iluminarla al aceptar asistir a la ceremonia de los Oscars para la presentaci­ón de un documental sobre la historia de su vocación. “Nunca dejé Hollywood porque pensara que fuera un lugar de pecado, solo descubrí que tenía otra vocación”, contestó a los periodista­s en su última alfombra roja.

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. Dolores Hart

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