La Vanguardia

“La vida consiste en indagar en las relaciones, en saberlo todo”

Tengo 60 años. Nací en Zaragoza, y vivo en Barcelona desde 1982. Soy escritor. Estoy casado y tengo dos hijos, Eduardo (30) y Diego (24). ¿Política? Tolerancia. ¿Creencias? No. El mundo es maravillos­o porque hay de todo, dijo Pavese, y estoy de acuerdo. A

- Víctor-m. Amela

De pronto, sexagenari­o. Y con ello una certeza: pocos libros me quedan por delante. ¿Por qué, pocos? Yo mido el tiempo por libros, escribo un libro cada tres años. Calcule... Diga usted cuántos libros le quedan.

Siete, en el mejor de los casos.

Lleva ya una buena quincena de libros.

Fui mucho tiempo joven escritor con largo tiempo por delante. Y ya no. Y siento vértigo.

¿Ha contado lo que quería contar?

Yo escribo cada libro convencido de que será el mejor de todos mis libros.

Mire atrás y diga qué hilo los hilvana.

La familia. Hay, siempre, relaciones familiares. Y me di cuenta, un día, de los muchos huérfanos que hay.

¿Por alguna razón?

Yo tenía nueve años y mi padre se murió. De un infarto.

...

Mi madre cargó con cinco hijos, yo el segundo. Entonces murió mi infancia dorada: aquel trauma me lo han desvelado mis libros.

¿Vive su madre?

Era una mujer seca, a causa de su vida... Esperó, para morir, a que su quinto hijo cumpliese los cincuenta años. Antes de morir nos dijo a todos los hijos “estoy orgullosa de vosotros”. Y fue lo más dulce que dijo nunca.

¿Qué le hizo a usted escritor?

Quise hacer cine. Hoy haces una peli con el móvil, pero entonces era imposible. Sí podía escribir mis historias. Ahí nace el escritor.

El protagonis­ta de su última novela, Fin de temporada, es un huérfano.

Que a sus veinte años descubre algo perturbado­r: si él vive es porque su padre murió.

En accidente de automóvil.

Su padre y su madre, embarazada, viajaban juntos para abortar, eran novios, estudiante­s, sin aprobación familiar. En el accidente, el chico muere. Y ella decide tener a ese hijo.

¿Es una historia real?

Lo es, me la contó un amigo, y me aturdió. No se sabe qué paso después. Me aturdió tanto, que necesité contarme qué pasó con los años entre esa madre soltera y su hijo.

Y es lo que cuenta en su novela.

Al joven le conmociona que sus ensoñacion­es en las que se veía en una feliz familia de padre, madre e hijo eran absurdas. De haber vivido su padre, él no existiría.

Y explora usted con mucho detalle el vínculo madre-hijo. ¿Hay lazo más intenso? El amor, siendo benéfico, en ciertas dosis deviene maléfico. También sucede en relaciones de pareja.

¿Cómo cree que debiera ser una relación paternofil­ial sana?

Qué difícil es eso, hay hondos atavismos que nos mueven: celos, disputas de liderazgo...

¿Cómo lo ha hecho usted con sus hijos?

Les concedí derecho a equivocars­e, a ser dueños de sus vidas, a tener responsabi­lidad sobre sus decisiones. Y yo, por mi lado, he procurado encajar sus reproches y críticas.

¿Ha funcionado?

Ha funcionado.

¿Qué pasaje de su novela le ha satisfecho más escribir?

El momento en que el chico entiende que su destino era no haber nacido. Y dice “preferiría no saber”. Saber es un derecho, pero satisfacer­lo puede empeorarte la vida.

¿Usted elegiría saber o no saber?

¡Saber, saber, siempre saber! Aunque duela. Ya vería después lo que hacía con esa herida.

Escribir una novela, obviamente.

Sí hay algo de terapéutic­o en escribir una historia... A ver, ¿en qué consiste la vida?

A ver, ¿en qué?

No en pasear por un paraíso inocente, ajardinado con árboles frutales. No. La vida consiste en averiguar, en saber más, en entenderlo todo, en indagar en las relaciones personales, en perder la inocencia.

¡Ah, pues así empieza la Biblia, el libro!

“El mundo es maravillos­o porque hay de todo”, dijo Cesare Pavese. Y así lo veo yo también. Ahí está la gracia. Y por eso escribo.

La tragedia como una parte más de la belleza del mundo.

Hay misterio ahí, y eso nos mueve.

El Pisón de la primera novela, ¿qué le dice al Pisón de la última?

No querías ser escritor realista y es lo que has acabado siendo hoy. El contexto de las historias ha ido ganando presencia hasta incardinar­se en nuestra historia colectiva.

República, Guerra Civil, posguerra, transición, democracia...

Venimos de todo eso, hay que conocerlo. Los jóvenes, hoy, descuentan la paz y la democracia como si fueran dones... ¡Y no!

¿Qué consejo daría a un joven aspirante a escritor que leyese esta entrevista?

Cuenta la historia que te correspond­e contar: se te presentará, hija de heridas profundas. Ah, y a más dolor, mejor. Cuéntala. El arte es respuesta a fantasmas del pasado.

¿Pisón es un escritor barcelonés, catalán, aragonés, o español?

Escritor aragonés de Barcelona. Cuando llegué aquí, conjugar identidade­s se aplaudía. Hoy no, hoy se lleva más elegir una sola.

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ÀLEX GARCIA

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