La Vanguardia

Messi y Pedri rompen al Valladolid (0-3)

El Barça reacciona con una actuación brillante de un tándem de lujo

- BARÇA

El Barça cambió de cara de nuevo. El equipo de los mil rostros enseñó uno bueno para imponerse con claridad en Valladolid, para romper su mala racha lejos del Camp Nou y para ir sumando en el largo recorrido liguero. Tres protagonis­tas merecen las luces de neón. El primero, Messi. El argentino disfrutó, organizó, asistió, remató y animó a sus compañeros, a la par que participó en todos los tantos del Barcelona. Coronó su actuación total con el gol con el que supera ya a Pelé como máximo realizador defendiend­o una sola camiseta. El segundo, Pedri, que se entiende a las mil maravillas con el rosarino, recordando aquellas épocas en las que Iniesta o Xavi eran los socios de Messi a la hora de fabricar fútbol caviar. Y el tercero, Ronald Koeman, que le dio otra vuelta de tuerca al mecano barcelonis­ta. No se puede decir que el holandés se rinda. En absoluto.

Porque el holandés sacudió con contundenc­ia el árbol de la alineación. Si algo caracteriz­a al técnico holandés es la osadía en sus onces. Anoche determinó que Coutinho, Griezmann y Busquets tenían que ir al banquillo. Y no contento con esta medida apostó por un cambio de dibujo aún más inesperado. Dispuso un esquema con tres centrales (Mingueza, Araújo y Lenglet) y dos carrileros, Dest por la derecha y Alba, por la izquierda. Arriba,

Braithwait­e, y a partir de aquí mucha libertad para Messi y Pedri, bien escudados por De Jong, que regresaba al once, y Pjanic, que ingresaba en el mismo por segunda vez en la Liga.

Se trataba de un nuevo intento de Koeman para dar con la tecla, para buscar que su equipo ganara en seguridad y para que, sobre todo, tuviera herramient­as para abrir el campo. Con Griezmann y Coutinho el equipo tiende a percutir por el centro y el holandés quería activar las bandas para desde allí generar superiorid­ad, desborde y espacios.

Al Barça le costó unos minutos asentarse. Al principio se notaba un poco extraño con el traje táctico. Pero poco a poco serenó su juego y se encontró con la grata sorpresa de que el Valladolid no se encerraba atrás, sino que trataba de presionar arriba y descubría su espalda. Un hábitat fenomenal para dos inteligenc­ias futbolísti­cas como las que representa­n Pedri, de nuevo lúcido, y Messi, que se movió a sus anchas, que repartió juego, que enseñó motivación a raudales y al que solo le faltó el gol en una primera mitad en la que lo bordó. Pudo abrir el marcador en dos ocasiones, pero en la primera remató ligerament­e desviado y en la segunda Masip mandó a córner su disparo con la punta de los dedos. El argentino le felicitó. De resultas del saque de esquina y en la segunda jugada Messi centró hacia el corazón del área para que Lenglet cabeceara a la red.

Era el primer tanto de la temporada del central francés, que necesitaba esa bombona de confianza tras unas últimas semanas en la que había perdido el empaque y la titularida­d. Lenglet le dedicó el tanto a su excompañer­o Wague, lesionado de gravedad.

El gol multiplicó la fe blaugrana y Dest se estaba hartando a subir y bajar por su carril. No solo corría el ex del Ajax, sino que centraba, probaba el regate y se comportaba con sentido. No es de extrañar que en esta tesitura Messi viera desmarcado a Dest y lo lanzara para que el lateral centrara para Braithwait­e. El danés, en boca de gol, consiguió el segundo tanto barcelonis­ta en el sitio donde los delanteros centros se ganan la vida. Aún pudo ser peor la escabechin­a para el Valladolid en este tramo. Le salvó Masip porque Messi se sacó de la manga un remate de primeras tras un servicio en

EN TODAS PARTES

El capitán blaugrana marcó un gol, participó en los otros dos y dirigió todo el frente de ataque

LA SACUDIDA DEL ENTRENADOR Koeman sentó a Coutinho y Griezmann y ordenó un cambio de sistema, con tres centrales y dos carrileros

largo. El portero reaccionó con reflejos. Al descanso la cosa pintaba de color rosa para el Barça y no por la controvert­ida camiseta que lucía el equipo, dirigido por la sociedad Messi-pedri. Una dupla fenomenal que armó el tercer tanto de la velada, en comandita con De Jong. El holandés conectó con el canario y el ex del Las Palmas delineó un servicio de espuela que Messi embocó sin dudar. Una acción preciosa.

Sergio González había buscado cambiar la dinámica del partido con hasta cuatro cambios, entre los que destacaron la entrada de Toni Villa y Orellana, pero el partido siguió por parecidos derroteros porque el Valladolid no enseñaba demasiadas luces cuando se acercaba a las inmediacio­nes del área barcelonis­ta. En el otro lado del campo la sensación de peligro se mantenía y Messi se volvía a topar con Masip, que lo conoce bien de su época de portero suplente del Barça. Pero el guardameta no pudo hacer nada para evitar que el argentino lograra el tercer tanto del encuentro.

El Barcelona no pasó apuros hasta que Koeman sustituyó a Araújo, que dejó su lugar a Umtiti. Fue entonces cuando tuvo que intervenir Ter Stegen con dos buenas manos, sobre todo una tras chut de Orellana. Pero el partido ya estaba a buen recaudo. Próxima cita, ante el Eibar el día 29. ¿Qué Barça se verá?

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Lionel Messi y Pedri se felicitan tras el gol del argentino, anoche en Valladolid
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CESAR MANSO / AFP

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