La Vanguardia

Marruecos, país vecino

-

Cristina Gallach, secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, convocó el lunes de urgencia a Karima Benyaich, embajadora de Marruecos en España, para pedirle aclaracion­es sobre unas palabras de Saadeddine el Othmani, primer ministro marroquí, que había afirmado que “llegará el día en que habrá que reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorio­s marroquíes como el Sáhara”. Estas palabras sobre los enclaves españoles norteafric­anos bastaron para alterar las relaciones entre ambos países, que en los últimos tiempos han sido correctas, acaso porque se han manejado con un trato exquisito, tratando siempre de evitar conflictos.

Tan cerca y tan lejos. España y Marruecos están separadas por apenas quince kilómetros de Mediterrán­eo, los que hay entre Tarifa y punta Cires. Pero son países pertenecie­ntes a distintos continente­s y culturas, algo que ha favorecido los roces, y al tiempo con importante­s niveles de intercambi­o y colaboraci­ón. España es, con Francia, el principal socio comercial de Marruecos. Y el país magrebí es el segundo cliente español fuera de la UE, tras EE.UU.

Dicho esto, las relaciones entre ambos países están marcadas también por las tensiones. Por ejemplo, las relativas a la soberanía de Ceuta y Melilla; o a la independen­cia del Sáhara Occidental, antigua colonia española entregada a Marruecos que aspira a la independen­cia; o la inmigració­n ilegal –en España hay un millón de ciudadanos de origen marroquí–; o la amenaza del terrorismo fundamenta­lista; o el tráfico de drogas, etcétera.

La vecindad entre ambos países y la necesidad de llegar a una entente en cuestiones como la economía, la emigración o la seguridad han engrasado sus relaciones bilaterale­s. Pero dichas relaciones son siempre delicadas y requieren ser tratadas con mucho tino. He aquí una tarea que correspond­e a los gobiernos de ambas naciones.

Cinco días después de que Donald Trump reconocier­a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, Pablo Iglesias tuiteó el 15 de diciembre un fragmento de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de 1955, relativo a la celebració­n de un referéndum sobre la libre determinac­ión del pueblo del Sáhara Occidental. Como ciudadano o como líder de Podemos, Iglesias era muy libre de hacerlo. Pero quizás no como vicepresid­ente del Gobierno de coalición español. Iglesias fue excluido de la delegación que debía ir a Marruecos el 17 de diciembre. Y esta reunión fue, a continuaci­ón, aplazada.

La relación hispano-marroquí es compleja. Las diferencia­s entre ambos países son conocidas. Desde la transición se ha optado por conllevarl­as, siguiendo políticas difusas. Eso permite una cierta estabilida­d, aunque no evita conflictos episódicos. Y hasta ahora no se ha sabido hallar una vía mejor.

Las relaciones de España con el país magrebí buscan la estabilida­d, pero caen en episódicos conflictos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain