La Vanguardia

¿Amargar el café frena el virus?

- Joaquín Luna

El sorteo del gordo es garbancero, carpetovet­ónico y trasnochad­o, pero cohesiona lo suyo porque nos iguala en el sueño de forrarse sin dar ni golpe ni hacer méritos. A la vista de las reacciones de los agraciados, cuanto menos méritos, mejor.

El gordo, la Liga y sus arbitrajes o Eurovisión fomentan un patriotism­o saludable: tomarse a chirigota las patrias. De ahí el entusiasmo contagioso que transmitió ayer en El

Món a RAC1 la evocación del Toni2, antro de Madrid con piano al servicio de la clientela, artistas que ni nacen ni se hacen pero amenizan lo que no está escrito.

Siempre te encuentras algún catalán en el Toni2, comentaron.

¡Y los que nos encontrare­mos a este paso porque no desaprovec­hamos ocasión para amargar la vida a los ciudadanos!

La vida y, ahora, el café.

Por supuesto que Barcelona tenía y tuvo varios Toni2, tal que el Klavier de la calle Aragón ya cerrado, que encima disponía de un altillo en penumbra la mar de morboso porque abajo había piano, un gran pianista, alcohol del bueno y arriba, ay arriba. ¿Horarios? Connais pas!

Barcelona aspira a ser la primera capital del mapamundi que echa el cierre a medianoche, duerme, descansa y madruga gracias a un horario vital a la medida de funcionari­os, padres de familia honrados y latitudes siberianas. Y encima lo considera un progreso en lugar de otro síntoma de declive. Hoy el poblacho manchego no es Madrid, besa el Mediterrán­eo...

Gracias a esta persecució­n de la noche y exaltación del tedio, la Generalita­t ha podido perpetrar esta semana los horarios más absurdos para la restauraci­ón en tiempos de Covid-19. ¿No hay narices ni pasta para cerrar el sector, verdad? Es ridículo prohibir cafés y desayunos de 9.30 h a 13 h. Ay, ese querer quedar bien sin arriesgar. Si lo extrapolam­os a la política, tenemos las claves del subidón y fracaso del procés.

De repente, hablamos de un antro divertidís­imo de Madrid con admiración genuina como si aquí, en Barcelona, nunca hubiésemos tenido garitos animados donde berrear, beber o picar algo a horas tardías, en compañía de tarambanas, divorciada­s de buen ver, policías y ladrones...

Con semejante trasfondo, cualquier gobernante se atreve a castigar un sector “lúdico” como la restauraci­ón, a quienes se les induce al suicidio a falta de valor para encabezar el pelotón de fusilamien­to.

Erradicada la vida nocturna, Catalunya va ahora a cargarse la restauraci­ón diurna

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