La Vanguardia

Reus reparte 240 millones del gordo por segundo año seguido

Tras casi seis meses de ERTE, unos 400 empleados de una fábrica ganan 200 millones

- SARA SANS

Hay que ser afortunada para que a una le toque el gordo de Navidad. La probabilid­ad es de uno sobre 100.000. Pero que le toque dos veces seguidas (la posibilida­d es de una entre 10.000 millones), eso ya roza lo inimaginab­le. Salvo en Reus y en Riudecols, un pequeño pueblo de apenas 1.200 habitantes del Baix Camp. “¡Dos veces, doooos veces! ¡El año pasado repartí decenas de participac­iones del Cachirulo y este año tengo un décimo de la empresa!”, gritaba, más que emocionada, Deborah. Un décimo, 400.000 euros. Y como ella, la práctica totalidad de la plantilla de Industrias Teixidó, que cuenta con 420 empleados.

En diciembre de 2019 el centro aragonés El Cachirulo de Reus regente, partió 320 millones en participac­iones de cinco euros. Era la primera vez que el Camp de Tarragona celebraba el gordo, nunca antes había tocado un primer premio. Y este año, lo inimaginab­le. Y de nuevo, en Reus. La céntrica administra­ción de lotería La Pastoreta vendió 60 series del primer número, en total 240 millones. “Más del 80% se las han quedado los de Industrias Teixidó”, confirmaba Oscar Bausà, el propietari­o de la oficina, minutos después de salir del bombo la combinació­n millonaria y mientras empezaban a descorchar­se las primeras botellas de cava. Empezaba la fiesta.

“No se puede explicar lo que siento... es una alegría tremenda, increíble, cada año cambiamos de número y escogí este porque me pareció bonito”, aseguraba casi con lágrimas José Lucena, el representa­nte del comité de empresa, el que hace casi una década promovió comprar lotería. El mismo número para todos. “Reservamos entre 10.000 y 12.000 euros y guardamos los décimos en la Pastoreta, la gente va ahí y compra los que quiere, sé de algunos que han comprado varios”, asegura. Él mismo confiesa tener más de uno y menos de... ¿Quién sabe?

El sorteo llega tras un año durísimo. Como en tantas otras empresas, Teixidó, que fabrica piezas para la automoción, se acogió a un ERTE en mayo que se prolongó hasta casi octubre. La plantilla ha podido mantenerse, pero fueron muchos meses con drástica reducción de jornada. La fábrica estaba parada dos y tres días a la semana. “Lo hemos pasado mal y esto nos viene como caído del cielo... ¡Guardaremo­s un poco para cuando podamos viajar!”, decía Mila, abrazada a sus dos hijos, que fueron a buscarla a la puerta de la fábrica.

Más allá, estaba Deborah, una mujer verdaderam­ente afortunada. Una de las que puede presumir de gordo dos años seguidos. “Ella fue la que trajo los talonarios de El Cachirulo en la cena de la asociación de mujeres de Riudecols”, explica Eva, que el año pasado no compró, pero este sí: “Yo creo que mucha entre un 70 o un 80% de la plantilla llevamos algún décimo”, sonríe Eva, mientras el móvil de Deborah, no para de sonar. Está exultante. No habla, chilla. “¡Nos ha tocado a toda la familia!”.

En la empresa, hay como mínimo media docena de empleados que han hecho doblete. Dos años, dos gordos. No en vano, el número de El Cachirulo llegó a unas setenta familias de Riudecols –gracias a la cena de la asociación de mujeres– y en la plantilla de Teixidó, son mayoría los vecinos del pueblo y de Reus, aunque también los hay de otras poblacione­s vecinas.

Otro que también ha puesto contra las cuerdas todas las teorías de la probabilid­ad es Jordi, uno más de Riudecols. El año pasado compró tres participac­io

nes del gordo (300.000 euros sin descontar impuestos), este año tiene un décimo de la empresa (400.000 euros) “y hace diez años, tocó un cuarto premio del sorteo de Navidad en la cooperativ­a agrícola del pueblo y me llevé tres millones de pesetas de la época”.

El caso de Xavier, otro empleado, también es de libro. El año pasado le tocó a su madre y a su hermano, y este año, él ha sido el afortunado. “Hemos oído unos gritos en el pasillo y hemos pensado que alguien se había hecho daño”, confiesa. Pero no, eran las primeras alegrías. Por departamen­tos, en talleres, en producción, en oficinas... la noticia se propagó como un rayo, pero la pandemia impuso cierta contención. No había cava y todo el mundo con mascarilla­s. De vez en cuando, un abrazo. Muchas llamadas. El cambio de turno fue emocionant­e. En la puerta, algunos esperaban a sus afortunado­s familiares. Abrazos y lágrimas de alegría. “Por fin podremos comprarnos un piso, no teníamos para la entrada”, confiesa José Miguel. “¡Taparemos agujeros y todavía nos quedará dinero!”, grita otra compañera.

 ?? XAVI JURIO ?? Sin cava y con mascarilla­s. Un grupo de trabajador­es de Industrias Teixidó celebrando el premio; la pandemia impuso cierta contención
XAVI JURIO Sin cava y con mascarilla­s. Un grupo de trabajador­es de Industrias Teixidó celebrando el premio; la pandemia impuso cierta contención
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XAVI JURIO La Pastoreta de Reus vendió 60 series del gordo, en total, 240 millones

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