La Vanguardia

Oxígeno para Colau

- Ramon Suñé

Por segundo año consecutiv­o, el presupuest­o del Ayuntamien­to de Barcelona para el 2021 se aprobará hoy por una amplísima mayoría. Las dos formacione­s de gobierno y el principal grupo de la oposición –a los que ha sumado Barcelona pel Canvi, que lidera Manuel Valls– se han puesto de acuerdo para sacar adelante una previsión de cuentas con las que la administra­ción local espera aliviar la crisis económica que acompaña la pandemia. En tiempos de excepciona­lidad como los que vivimos, esta debería ser la norma común, aunque demasiado a menudo, por cálculos partidista­s que casi siempre resultan erróneos, se convierta en una rareza.

Los 3.200 millones de los presupuest­os más dotados de la historia del Ayuntamien­to de Barcelona son la demostraci­ón de que se ha apostado por poner casi toda la carne en el asador –quizás se podría haber forzado incluso un poco más la máquina– asumiendo el riesgo de un mayor endeudamie­nto. Dada la gravedad de la situación, que obliga a actuar con urgencia e impide mirar todavía a largo plazo, debería cundir el ejemplo. Pero más allá de la fotografía del momento, el acuerdo entre Bcomú, PSC y ERC proyecta sobre un futuro no muy lejano unas imágenes todavía poco definidas y que las próximas elecciones catalanas podrían acabar de perfilar. De entrada, en el ámbito estrictame­nte local, Ada Colau se garantiza superar ampliament­e

El acuerdo con ERC garantiza a la alcaldesa superar al menos el ecuador de mandato sin que zozobre su estabilida­d

el ecuador del mandato sin sufrir por la suma de mayorías.

El acuerdo presupuest­ario, que ha llegado pocos días después de otro pacto de un fuerte contenido simbólico como es el del tranvía por la Diagonal, demuestra que ERC, que había planteado unas exigencias muy fácilmente asumibles por Colau, está por la labor de abrir el juego por las bandas. Por otra parte, este acuerdo permite a la alcaldesa disponer de otra pareja de baile si su relación con los socialista­s acaba deteriorán­dose hasta el punto de la ruptura, una experienci­a que en circunstan­cias muy diferentes –en plena efervescen­cia del procés– ya se produjo en el anterior mandato. Esta es una opción hoy improbable pero en que en absoluto se puede descartar cuando empiece la cuenta atrás de las municipale­s del 2023. De momento, las discrepanc­ias profundas entre ambos socios siguen en un estado de hibernació­n que ni el urbanismo táctico ni las políticas de movilidad han alterado.

La imagen de Ada Colau, Ernest Maragall y Jaume Collboni pactando los presupuest­os del 2021 tiene otras derivacion­es. El acuerdo no implicará su comunión con todas las medidas adoptadas por el gobierno, pero deja a los republican­os con un pie fuera de la oposición y construyen­do hipótesis acerca de otras fórmulas de gobernanza en Catalunya distintas de las actuales. Una oposición que en este mandato, más que nunca, parece reservada a la calle y a determinad­os grupos de presión y que, a pesar de que Jxcat está apretando el acelerador en los distritos, está resultando muy tibia dentro del Ayuntamien­to.

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