Exportar veneno y monedas
Que una crisis es una oportunidad es una de aquellas frases que dan rabia, sobre todo cuando alrededor detectas como se hunden economías, negocios, personas. Es cierto, sin embargo, que hay contextos difíciles de los que salen improbables triunfadores. La serie Veneno, por ejemplo, es una. En Estados Unidos la plataforma HBO Max tenía menos producciones listas de las que esperaban por culpa de la Covid-19 y compraron la serie de Javier Calvo y Javier Ambrossi para emitirla. La estrenaron el 19 de noviembre y la convirtieron en plato fuerte de la plataforma, conscientes de que al día siguiente era el día internacional de la Memoria Transexual. Encontrarse el talento de la serie en los medios más importantes era una realidad: los Javis tenían entrevista en la Entertainment Weekly y más espacio en la revista Time, por no decir que Veneno entró en las listas de las mejores series del 2020 de portales como
Vulture. ¿Y qué rostro utilizan para ilustrar la mayoría de los artículos? El de Daniela Santiago, que este fin de semana corría por Barcelona. Al dar con ella por casualidad por la Dreta de l’eixample, se entendía al instante que los creadores de Veneno la contrataran para interpretar a Cristina Ortiz: es luminosa. Si con las estrellas suele haber el dilema del huevo o la gallina (si brillan porque las hemos visto en la pantalla o si las hemos visto en pantalla porque brillan), la duda se desvanecía al tener delante a la actriz revelación.
Veneno no es la única en conquistar Norteamérica en tiempos de crisis. 30 monedas , el proyecto de terror de Álex de la Iglesia, tendrá el honor de emitir los dos primeros episodios en el canal lineal de HBO, el que las tres últimas décadas ha estrenado series como Los Soprano, True blood, Juego de tronos o Succession. Después del éxito de La casa de papel o Élite en el mercado anglosajón, ficciones que renuncian al factor local para adoptar un estándar internacional, ahora las series más cool son aquellas que hablan de la importancia de Pepe Navarro en el modelo televisivo, lo que comportaba crecer fuera de la norma en la Andalucía de los setenta o, en el caso de 30 monedas, que enseñan monstruos de inspiración lovecraftiana mientras aprovechan el legado católico de la sociedad española y el peso que todavía mantiene la institución en zonas rurales.
En un contexto global, la identidad y la cultura pueden convertirse en un valor añadido y no en un obstáculo para acceder a los otros mercados. Ojalá las series rodadas en lenguas minorizadas como el catalán y que representan realidades invisibilizadas por las producciones estatales encontraran la forma de hacerse un hueco en la primera línea como lo siguen haciendo, por ejemplo, suecos, daneses o islandeses.