Feliz Navidad
Vamos primero con el partido de Valladolid.
Victoria importante del Barça. Cuando un equipo se reconoce a sí mismo en estado de supervivencia el triunfo se impone sobre todas las cosas. Media hora después de descifrar el dibujo táctico, o al menos de fingirlo, el espectador reparó en las ganas innegociables de todos los futbolistas azulgrana alineados, algo muy remarcable teniendo en cuenta de donde se venía, de una combinación entre jugadores comprometidos con su oficio y otros empequeñecidos bajo presión. En contextos así, aparentemente asfixiantes, el entrenador cuenta con una ventaja, le es más fácil detectar y discriminar a los jugadores que empequeñecen en escenarios delicados. Anoche dejó en el banquillo a Griezmann y Coutinho.
Es tiempo de lucha y fortaleza mental y Koeman, que ahora no está para demasiadas concesiones a la estética, puso en paralelo a tres centrales mandando Araújo, un comandante inesperado, y por delante escogió a gente con piernas que sentía que no le defraudarían. No se equivocó. Sergiño Dest, siendo lateral, es ya el tercer extremo más desequilibrante de la plantilla por detrás de Ansu Fati y Dembélé y por delante, tristemente, de Trincão. De Jong, cada vez más interior que pivote, sigue en fase creciente (¡hasta pareció disfrutar en Zorrilla!) y su conexión con Messi solo salió perdedora ante la que ha encontrado el argentino con Pedri. La conclusión a día de hoy es que la recuperación de este equipo reposará más sobre cuestiones anímicas que sobre sistemas. Un dibujo no es nada sin el latido de los jugadores.
Vamos ahora con el balance del año.
Llega la Navidad, época propicia para resúmenes, y hay que atreverse con el del Barça sin abusar de eufemismos ni cenefas retóricas que huyan de la cruda realidad. El equipo de fútbol ha dado las mismas alegrías que las contabilizadas en este año horripilante, es decir ninguna. Quizás haya sido esta la mayor coherencia del Barça: no desentonar respecto a un 2020 siniestro.
Pero tampoco hay que dramatizar en exceso. Ni en el fútbol ni en la vida se puede pretender ser siempre feliz. Las personas que siempre sonríen (y más en estos tiempos) corren el riesgo de ser tomadas por idiotas y los equipos que juegan bien y además siempre ganan no existen. Los hay que dominan épocas, ciclos ganadores les llaman, y el del
Barça se acabó. Fue bonito mientras duró. Y duró mucho. Se trata ahora de levantarse, recuperar la compostura y el aliento y volver a intentarlo. Las elecciones están a la vuelta de la esquina, una oportunidad para ocuparse de la reconstrucción.
El fútbol proporciona todo tipo de emociones, actúa en cierto modo como las canciones de Navidad. La hay bonitas, compuestas para hacernos llorar de emoción como solo se hace en invierno (gracias por tanto Mariah Carey, Abba e incluso John Lennon), y las hay gamberras, como el villancico irreverente que perpetraron una pareja imposible: los suecos The Hives y Cyndi Lauper. ¿Les suena? Obviamente no, porque el tema tiene de memorable lo mismo que el paso de Setién por el Barça. Pero sirve para dejar claro que hay años y años, y este ha sido retorcido de solemnidad.
La canción se llama A Christmas duel, primero canta él, después ella, y al final los dos juntos. Él dice, entre otras cosas, que se ha olvidado de comprar los regalos y que se ha acostado con su hermana. Ella contesta que tranquilo, que ella no ha comprado el árbol de Navidad, que se ha ido a la cama con su hermano, que ha estrellado el coche de su padre y que le ha quemado todos los discos. “No pasa nada, la nieve sigue cayendo”, tararean a dúo cínicamente al final.
Pues eso, que el Barça se ha portado mal, pero el club sigue ahí, resistiendo como puede. Y Pedri y Messi, afinando.
El año ha sido horripilante pero mejor despedirlo así, con Messi y Pedri entonándose