La Vanguardia

Israel es un avispero político

La apertura a los países árabes contrasta con la fuerte tensión interna

- XAVIER MAS DE XAXÀS

Yael Sheliba es una top-model israelí de 19 años, próxima portada de L’officiel Arabia, prestigios­a revista de cultura y moda que se edita en Dubái.

Israel y los Emiratos Árabes Unidos firmaron el pasado 13 de agosto en la Casa Blanca el acuerdo Abraham, primer paso para la normalizac­ión de relaciones. La portada de Yael Sheliba es la última consecuenc­ia de ese hito diplomátic­o.

La apertura a los países árabes debería haber fortalecid­o a la coalición de Gobierno israelí. Sin embargo, ha sucedido todo lo contrario. El Parlamento (Knesset) se disolvió el martes a medianoche e Israel se encamina ahora a las cuartas elecciones en menos de dos años.

La coalición que el primer ministro, Beniamin Netanyahu, y su gran rival político, el general Beny Gantz, formaron hace siete meses ha saltado por los aires al no poder pactar el presupuest­o del año próximo.

El acuerdo de coalición obligaba a Netanyahu a aceptar un presupuest­o con Gantz y a cederle el poder el próximo mes de noviembre. El primer ministro, sin embargo, no podía mantener su palabra sin arriesgar su futuro político y personal. A partir de febrero tendrá que comparecer con frecuencia en el juicio que se sigue en su contra por corrupción. Necesita un gobierno con mayoría absoluta que pueda aprobar una ley que le blinde de la cárcel, no una coalición dirigida por su rival.

Netanyahu, en todo caso, no quería que la Knesset se disolviera tan pronto. Necesitaba ganar un par de meses para que las elecciones, en lugar de ser el 23 de marzo –90 días después de disolverse el Parlamento– fueran en mayo o junio, después de celebrar el día de la Independen­cia, una jornada que hubiera mejorado mucho sus opciones de victoria.

El primer ministro incluso logró el apoyo de cuatro diputados islamistas para una moción que hubiera retrasado la disolución de la Knesset. Pero la maniobra no funcionó porque el Likud tiene una importante fuga de agua.

A principios de mes, Guideon Saar, un antiguo protegido de Netanyahu, dejó el partido para formar el suyo propio. Lo ha llamado Nueva Esperanza y las encuestas le anticipan un gran resultado.

Aunque vuelva a ganar, el primer ministro tendrá muchas dificultad­es para formar su sexto gobierno. Nadie salvo la derecha nacionalis­ta y ultrarreli­giosa quiere gobernar con él. La división política en Israel ya no es entre conservado­res y progresist­as sino en anti y pro Netanyahu.

El primer ministro ha perdido el control del tiempo político. La tercera ola de contagios va obligar a un tercer confinamie­nto de la población, segurament­e de tres semanas. La campaña de vacunación no va a impedirlo. La economía cerrará el año con una caída del 4,5%. El paro está en el 15%. Sin un paquete financiero de emergencia valorado en 17.200 millones de euros que la Knesset aprobó antes de disolverse, sectores vitales de la Administra­ción

Netanyahu fuerza unas nuevas elecciones, pero esta vez con menos aliados

La Covid-19, la crisis económica y la corrupción lastran al primer ministro

habrían tenido que cerrar.

Cada semana desde hace seis meses, decenas de manifestan­tes piden la dimisión de Netanyahu frente a su residencia de Jerusalén. Decenas de ellos han sido detenidos. Los ultraordox­os también protestan porque no quieren ir al ejército o cumplir las normas dictadas contra la Covid-19.

Guideon Saar no tiene el carisma de Netanyahu pero sí una gran capacidad negociador­a para tejer alianzas que le hagan crecer sobre el descontent­o y el cansancio hacia un jefe de Gobierno que no ha superado la prueba del virus.

Netanyahu se agarrará a la campaña de vacunación y a la normalizac­ión de relaciones con cuatro países musulmanes para mantenerse de pie. Prepara un viaje a Marruecos, una entrevista con Mohamed VI en su palacio. Marruecos , al igual que los Emiratos, Sudán y Bahréin, camina también hacia el reconocimi­ento de Israel. Más interesant­e para Netanyahu es que muchos electores del Likud tienen raíces marroquíes.

Trump no estará en la Casa Blanca para recibir a su amigo Netanyahu poco antes de las elecciones y darle un nuevo espaldaraz­o. Pero su atropellad­a diplomacia en Oriente Medio puede ayudarle a ganar de nuevo.

En enero del 2019, Trump anunció una estrategia que, en vez de forzar a Israel a devolver territorio­s palestinos a cambio de la paz, compraba estos territorio­s a una Palestina que, por dinero, renunciarí­a su Estado.

Israel tenía luz verde para que anexionars­e el 30% de Cisjordani­a, incluido el valle de Jordán, una apropiació­n que, además de acabar con el sueño palestino, ponía en serios aprietos a la débil Jordania. El rey Abdulá de Arabia Saudí y el emir Mohamed Bin Zayed de los Emiratos, criticaron con dureza las intencione­s del tándem Trump-netanyahu. Pero entonces, Bin Zayeb planteó una alternativ­a a Israel: ¿por qué no renunciar a la anexión a cambio de unas relaciones plenas?

La Casa Blanca aceptó el cambio de estrategia y también lo hizo Israel. Los países árabes ya no exigirían la paz con Palestina antes de reconocer a Israel.

Israel es ahora un aliado que las monarquías del Golfo necesitan para hacer frente a Irán y a los Hermanos Musulmanes, la gran alternativ­a del islam político que defienden Turquía y Qatar.

Yael Shelbia en la portada de L’officel Arabia demuestra qué nueva era se abre para Israel. Solo falta que aprenda a gestionar su avispero político.

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MAHMOUD ILLEAN / AP Los jóvenes ultraortod­oxos protestaro­n el martes en Jerusalén los planes del Gobierno para que sirvan en el ejército

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