La Vanguardia

Enfrentami­entos entre camioneros y policía en Dover y la zona del canal

Los transporti­stas reclaman comida decente e instalacio­nes sanitarias dignas

- RAFAEL RAMOS

El Gobierno británico informó ayer a los ciudadanos que no tienen ninguna razón para preocupars­e: es probable que en los próximos días y durante el mes de enero haya escasez de frutas, verduras, pescado y productos frescos en general, pero hay comida enlatada y congelada en abundancia, y nadie se morirá de hambre. Y que además sobran clásicos para los asados navideños como patatas, zanahorias, nabos, cebollas e –irónicamen­te, por el nombre y por el Brexit– coles de Bruselas.

El anuncio fue un pobre consuelo mientras el caos aumentaba en el condado de Kent y los puertos del canal de la Mancha, con hasta cinco mil camiones atascados en espera de poder cruzar a Francia, y choques entre la policía y los transporti­stas, ávidos de llegar a casa para Navidad, cansados, hambriento­s y nerviosos. Desde que se cerró la frontera el domingo por la noche, la mayoría sobreviven como pueden en las cabinas de sus vehículos, comiendo bocadillos que reparten organizaci­ones caritativa­s, sin cuartos de baño y forzados a cavar agujeros en la hierba o la tierra para hacer sus necesidade­s.

Desde ayer por la mañana se reanudó oficialmen­te el tráfico por tierra, mar y aire al continente, se abrió el eurotúnel, funcionó el Eurostar y operaron los primeros ferris con nacionales franceses y ciudadanos de la Unión Europea que pudieran mostrar un certificad­o con un resultado negativo de un test de la Covid-19 realizado en las últimas setenta y dos horas. Las autoridade­s advirtiero­n sin embargo de la convenienc­ia de no desplazars­e a la zona del canal de la Mancha en vista de los enormes atascos, con los camiones ocupando la totalidad del aeropuerto de Malston (convertido en aparcamien­to gigante) y los arcenes de la autopista M2 y demás carreteras de acceso.

A pesar de la apertura de la frontera, la congestión siguió siendo masiva ante la magnitud de la operación de hacer un test de antígenos a miles de camioneros y procesar (en alrededor de media hora) los resultados. La prueba se les realiza en sus vehículos (no solo por enfermeras sino también por soldados desplegado­s a esos efectos), y el resultado se envía a su teléfono móvil. Si es negativo, el mensaje les sirve como pasaporte para cruzar el canal... y someterse a otro examen al llegar a Francia. Y si es positivo, el Gobierno británico les proporcion­a y paga una habitación de hotel en los alrededore­s.

Con los nervios a flor de piel después de tres días miserables, los enfrentami­entos más serios se produjeron en la rotonda de acceso al puerto de Dover, donde un grupo de camioneros bloqueó el tráfico y empezó a dar vueltas intentando saltarse la cola y haciendo sonar sus bocinas. Uno de ellos fue detenido. También hubo altercados en el aeródromo de Manston, donde los transporti­stas reclamaron comida digna y la instalació­n de letrinas provisiona­les.

Con colas en supermerca­dos y tiendas de comestible­s de todo el país, las autoridade­s han fletado un avión de Lufthansa cargado con ochenta toneladas de verduras y frutas (lechugas, coliflores, brécoles, pomelos, limones y naranjas principalm­ente) para parar el doble golpe de la congestión en el canal y la aplicación con todas sus consecuenc­ias del Brexit a partir del día 1 de enero, mientras en los camiones se pudren la carne y el pescado. Pero nadie tiene que preocupars­e. Si uno no es muy gourmet (y la mayoría de los británicos no lo son), comida enlatada hay de sobra...

ATASCOS

El tráfico a Francia se ha reanudado pero con cuentagota­s y hay 4.000 camiones atrapados

VACUNAS

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DAN KITWOOD / GETTY La policía británica deteniendo ayer a un camionero en la rotonda de acceso al puerto de Dover

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