La Vanguardia

Coalición, alerta por marejada

El Gobierno ha salido vivo y reforzado del ‘annus horribilis’, pero aumentan los frentes internos

- PEDRO VALLÍN

Suele ocurrir que durante una temporada de excepciona­l exigencia profesiona­l o emocional, exhibimos una salud de hierro y que en el primer día de vacaciones caemos presos de algún padecimien­to, una súbita gripe que nos tumba. Como si la adrenalina mantuviera el sistema inmune en zafarranch­o de combate y, en el momento en que nos tomamos un respiro, nuestros leucocitos asumieran un caótico rompan filas.

Algo así parece haberle ocurrido al Gobierno de coalición en las últimas dos semanas. Tras sobrevivir al annus horribilis de la pandemia y lograr una aprobación presupuest­aria por la que muy pocos apostaban, las miradas entre los socios se han vuelto torvas. Y el problema es que el calendario gubernamen­tal contiene hitos que generan no poca tensión entre el sector socialista y el morado. Hasta ahora, el disenso era sobre la velocidad –si la pandemia aconseja reducir o aumentar la ambición y premura de las políticas–, pero en el horizonte se otean nubarrones que ya no hablan de velocidad sino de sustancia. Como si sobrevivir a lo impensable abocara a fracasar en lo ordinario.

El escollo más inminente es la subida del salario mínimo. A pesar de las incertidum­bres macroeconó­micas, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz –junto a Salvador Illa, el rostro de la eficiencia callada en el Gobierno–, es partidaria de una subida, simbólica, similar a la de pensionist­as y funcionari­os. En tal sentido, avanzaba negociacio­nes con patronal y sindicatos cuando la vicepresid­enta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, echaron agua a sus pretension­es, argumentan­do que es mejor esperar a que se despejen las incógnitas de coyuntura económica.

Parecido ocurre con el buque insignia de Díaz, la derogación de la reforma laboral incluida en los programas de los dos socios y una de las banderas del presidente Pedro Sánchez. Esa derogación, que no será tal sino, en el mejor de los casos, un desmontaje, dadas las dificultad­es de revertir la legislació­n al 2013, no provoca ningún entusiasmo en Calviño. Y un calco es la situación de la reforma fiscal, si bien siendo Hacienda cartera socialista, no habrá

TRABAJO

Díaz pelea por el SMI, anticipo de la batalla por desmontar la reforma laboral del PP

IGUALDAD

La ley Trans, que era un consenso en el 2019, augura otra batalla de socialista­s y morados

disputa: el ritmo lo marca Montero.

Otra lluvia de asteroides parece aguardar a la llamada ley Trans, pese a que también está en los programas de ambos, al punto de que, si no se hubieran disuelto las Cortes en el 2019, ya estaría aprobada en los términos de la ponencia que pactaron PSOE y Podemos entonces. Hoy, el impulso de esta ley por parte de la ministra de Igualdad, Irene Montero, apunta a fenomenal tormenta de fuego sobre su cartera, en gran medida instigada desde el socialismo.

Pero la madre de todas las batallas late en la inesperada propuesta de ampliación del periodo de cotización de las pensiones, un sapo que no estaba en los programas ni en el pacto de coalición –que decían lo contrario– y que se ha convertido en un bulto que hace tictac. En la batalla de las redes, ha empezado a circular un vídeo de Sánchez clamando contra esta hipótesis, pero también es cierto que, recordando los lunes bilbaínos del 2018, si el documento se convierte en propuesta firme del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, la tensión dentro de la coalición podría ser la menor de sus preocupaci­ones.

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CATI CLADERA / EFE La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el martes en la reunión de la mesa de diálogo social de Baleares

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