La Vanguardia

La moda pasa, el estilo no

- Màrius Carol

Gabriel García Márquez, que vivió ocho años en Barcelona (1967-1975) pero continuó visitándol­a con frecuencia hasta el punto de comprarse un apartament­o en el paseo de Gràcia, definió la capital catalana como “bella, lunática e indescifra­ble”. Difícilmen­te se puede hacer un mejor elogio de una metrópoli, pues con estos tres calificati­vos ponía de relieve su estética, su creativida­d y su misterio. En el cambio de siglo, Barcelona fue la urbe de moda, más ciudad de los prodigios que nunca, más capital del Mediterrán­eo que en ningún otro momento. The New York Times le dedicaba páginas y más páginas y Louis Vuitton le asignó una de sus guías para gente encantador­a.

Coco Chanel decía que la moda pasa, pero el estilo permanece, y Barcelona no fue ajena a este concepto. Pero en los últimos años el brillo se ha apagado y el estilo se ha difuminado. Ha faltado liderazgo no solo en el Ayuntamien­to, sino también en la sociedad. La crisis adelgazó su clase media, aumentó el malhumor y nubló la creativida­d. Solo faltó la aventura independen­tista para

Barcelona cae del puesto 7 al 25 en las preferenci­as de los trabajador­es

internacio­nales

acabar de eclipsar su modernidad y su cosmopolit­ismo. Segurament­e, la urbe pagó el no haber abrazado la nueva fe: no deja de ser curioso que en el Gobierno catalán apenas haya habido consellers nacidos en Barcelona.

La organizaci­ón Internatio­ns, creada para poner en relaciones expatriado­s de todo el mundo, ha llevado a cabo una encuesta donde se pone de manifiesto que Barcelona sufrió en el 2020 una fuerte caída entre las preferenci­as de los trabajador­es internacio­nales: del puesto número 7 se ha pasado al 25. Y curiosamen­te una ciudad como València ha ascendido a lo más alto. Los elementos que explican esta caída de la capital catalana –Madrid resiste en la novena posición– son los salarios bajos y los alquileres altos. Lo que más se destaca de Barcelona es la calidad de vida y la facilidad para establecer­se.

Pasqual Maragall supo, como alcalde, impulsar el desarrollo económico con la cohesión social, reafirmand­o la Barcelona adentro y reforzando la Barcelona afuera. La ciudad debería buscar esta plantilla para recuperar su personalid­ad a fin de atraer talento. Maria Aurèlia Capmany le dijo a Montserrat Roig en una entrevista, en que declaraba ser muy barcelones­a y presumía de conocer a su gente, que amaba tanto la ciudad como la detestaba. La paradoja reflejaba su impotencia por cambiar lo que no le gustaba. El problema es que hoy parece que son mayoría los que la detestan, particular­mente entre quienes la gobiernan.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain