La Vanguardia

La felicidad debe de ser esto

- Susana Quadrado

Te preguntas en qué momento se hizo mayor, si la perdiste cuando se alejó de tu lado. No te has dado ni cuenta. Hace casi una hora, eterna, que la esperas. Corre el aire frío fuera del aeropuerto, en esa hora en que solo quedan milagros y brigadas de limpieza. Más allá del toque de queda. Has llegado muy temprano, quizá pensaste que así la ayudarías a encontrar el camino a casa, qué absurdo, como si ella no hubiera aprendido a andar sola ese camino. La reconoces en medio de un puñado de rostros que esconden la sonrisa bajo la mascarilla. Te saluda con energía. Hola. Hola. Está apenas a veinte metros, una distancia que ahora mismo se te antoja más larga que los 9.000 kilómetros que os han separado durante meses de pandemia y a los que te has acostumbra­do a la fuerza. Aquí no hay turistas, ni multitudes incómodas, solo gente que vuelve a casa por Navidad y gente que la espera con ansia.

Gente como ella y como tú. Cuando se marchó llevaba tres maletas.

Media vida envasada al vacío que cargaba con la intención de un pronto regreso. O eso creías. Ahora su maleta es muy pequeña, lo que significa que llega para marcharse pronto al país extranjero que la ha acogido. Avanza hacia ti y entre tanto te cuestionas cuáles son tus propios sentimient­os como madre porque su felicidad es una punzada en tu estómago. Está contenta, exultante, y tú, entre el llanto y la risa, solo piensas que la tendrías que retener para dejar de añorarla.

Se te cuelga del cuello, te agarra fuerte y te besa en la mejilla en una escena que los del Almendro, los de los turrones, hubieran querido grabar de haber hecho el anuncio este año. Hay muchas cosas que el maldito virus ha cambiado, no los sentimient­os.

Tener hijos es lo más viejo de la historia de la humanidad. ¿Quieres? Adelante. ¿Que no? Pues qué bien. Aprendes sobre la marcha La maternidad se parece a las matrioshka­s: una mujer dentro de otra y otra y otra. La experienci­a puede resultar la mejor del mundo y del sistema solar un día, o la más compleja al siguiente. Aparte de madres, las mujeres son personas que crean, que sienten, que se enfadan, que trabajan, que valoran su libertad...

Y que son egoístas. Esta noche de diciembre en el aeropuerto deseas que no se aparte más de ti, que se quede cerca. Pero mientras te abraza y te besuquea se desvanecen todos tus pensamient­os impublicab­les. Sabes que tendrás que dejarla partir porque eso que ahora ves en ella debe de ser la felicidad.

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