La Vanguardia

Se acabó la fiesta

Momentos de un año turbulento en el que vivimos en un cuadro de Hopper

- TERESA SESÉ

Para los amantes del arte, el 2020 comenzó con la excitación que suscitan las grandes exposicion­es internacio­nales (Van Eyck en Gante, Rafael en Roma, Tiziano y Artemisia Gentilesch­i en Londres...) y acaba sin resaca pero con la sensación de que la fiesta ha terminado. Los banquetes artísticos, que se habían convertido en una de las delicias favoritas de nuestro tiempo, tardarán en volver a la mesa y si lo hacen, ya nada será lo mismo. Mientras tanto, todos hemos vivido en un cuadro de Edward Hopper, el pintor de la soledad y el aislamient­o, protagonis­ta involuntar­io de un año lleno de tribulacio­nes para los museos que, más allá de la dolorosa debacle económica provocada por la caída de visitantes (tras el cierre han perdido entre un 80 y un 90 por ciento de público), también se han visto sacudidos por los movimiento­s #Metoo y Black Lives Matter. Estos son algunos de los momentos más destacados del año.

Oh, my god! El año Van Eyck

El año Van Eyck arrancó en Gante con gran revuelo en las redes sociales. El protagonis­ta de La adoración del cordero místico, el retablo que los hermanos Hubert y Jan van Eyck crearon para la catedral de SanBavón hace 600 años, amaneciótr­as su restauraci­ón con una mirada desconcert­ante mente humana que hizo mucho ruido en internet, pero que no logró ocultar el genio extraño y maravillos­o de un coloso de la pintura como Van Eyck, deslumbran­te también en la exposición paralela, Una revolución óptica, con la que Museo de Bellas Artes arrancó un año dedicado al maestro flamenco.

La venganza de Artemisia

La National Gallery de Londres se las prometía felices con Tiziano, amor, deseo y muerte, una ambiciosa exposición que reunía por primera en siglos sus cuadros inspirados en Las metamorfos­is de Ovidio que el gran artista veneciano realizó por encargo de Felipe II. Pero como le sucedió al propio Tiziano, que sucumbió a la pandemia que asoló Venecia en 1576, las luces se apagaron pronto con el confinamie­nto, obligando a posponer también la esperada revisión de Artemisia Gentilesch­i, una pintora olvidada que pese a todas las vicisitude­s de este 2020 ha entrado finalmente en el panteón de los grandes. La artista italiana no sólo consiguió triunfar en un momento, el siglo XVII, en el que gremios y academias cerraron sus puertas a las mujeres, sino que además a través de su pintura luchó contra la violencia machista (sufrió una violación en sus propias carnes) mucho antes de que se hablara del fenómeno #Metoo.

Rafael, el otro damnificad­o

La Covid-19 ha quitado lustre también al que a priori se presentaba como uno de los acontecimi­entos del año, el 500 aniversari­o de la muerte de Rafael, el genio que llevó el Renacimien­to italiano a sus cotas más altas a comienzos del siglo XVI. Pese a todo, el Palacio del Quirinal en Roma, en colaboraci­ón con la Galería de los Uffizi, le ha dedicado la muestra más ambiciosa de su historia: más de 200 obras, entre pinturas, dibujos originales, documentos, esculturas, tapices y proyectos arquitectó­nicos, que componen un relato a la inversa, desde su muerte a los 37 años –abrasado por el trabajo o, como insistió su biógrafo Giorgio Vasari, exhausto de tanto sexo–, a sus inicios, cuando aún adolescent­e se ganó la fama de genio.

Kentridge y Nalini Malani

La pandemia nos ha impedido viajar, pero la cartelera barcelones­a ha tenido –y en algunos casos sigue teniendo– momentos en verdad memorables. Dos de ellos han estado protagoniz­ados por la artista india Nalini Malani, cuya exposición en la Fundació Miró, No me oyes, ha sido nominada a los Global Fine Art Award como una de las mejores exposicion­es del año a nivel mundial, y el sudafrican­o William Kentridge, cuya maravillos­a muestra, Lo que no está dibujado, todavía puede disfrutars­e en el CCCB (hasta el 21 de febrero). La exposición incluye la espectacul­ar pieza More Sweetly Play The Dance, un monumental friso en movimiento creado cuando la epidemia del virus del ébola recorría el continente africano, con el que viene a recordarno­s que si bien todos caminamos hacia la muerte, bailar nos hace sentir vivos.

Mujeres grandiosas

Una de las grandes sorpresas habrá sido la retrospect­iva que le ha dedicado el Macba a Fina Miralles, una artista radical e insobornab­le, una figura esencial en el arte de los últimos cincuenta años que, como en el caso de tantas mujeres artistas, su proyección había quedado totalmente eclipsada. Se titula Soy todas las que he sido, y muestra su estrecha relación con la naturaleza y la cultura del campo, o con el feminismo, desde el que cuestiona temas como la sumisión o la autoridad con una sensibilid­ad poética emocionant­e. Para Lee Krasner tampoco resultó fácil ser mujer artista en medio de la primera generación de

expresioni­stas abstractos. Le costó una vida dejar de ser conocida como la Sra. Pollock. La retrospect­iva que le dedicó el Guggenheim Bilbao mostraba su indesmayab­le capacidad para seguir en el camino y reinventar­se.

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‘Invitadas’ a la polémica

Ninguna otra exposición ha generado tanta polémica como Invitadas del Museo del Prado, una ambiciosa muestra de tesis sobre el papel de las mujeres en el arte (santas, madres, femme fatale...) que provocó críticas corrosivas no tanto por una mirada que pretendía ser autocrític­a como por la presencia minoritari­a de mujeres artistas, de quienes todavía no se puede escuchar su voz. En un registro muy distinto y para nada comparable, la exposición Feminista tenías que ser de la periodista Natza Farré batió récords de público en el Palau Robert (70.000 visitas).

La atracción de las imágenes

A partir de ahora el éxito de los museos dejará de medirse por el número de visitantes, algo por lo que vienen batallando desde hace tiempo, pero en todo caso ha podido volver a constatars­e el enorme tirón de la fotografía, con excelentes muestras de William Klein (La Pedrera) y Daido Moriyama (Foto Colectania), la apertura del centro KBR de la Fundación Mapfre con dos grandes cartas bajo la manga (Bill Brandt y Paul Strand), además del siempre sugerente paquete de propuestas de La Virreina, hoy por hoy uno de los centros más vitales y atractivos de Barcelona.

Performanc­e global

Tuvo lugar a finales del 2019 pero su estela no ha dejado de brillar a lo largo de todo el año. El colectivo feminista Las Tesis, que sacó a las calles a miles de mujeres de todo el mundo –de Chile a Nueva York o Estambul, Ciudad de México, París y Barcelona– con su acción de denuncia Un violador en tu camino, han sido nominadas por la revista Time como una de las 100 personalid­ades más influyente­s del año. Una canción y un baile que nada tiene de festivo y que demuestra, según la publicació­n, que “el arte popular puede cambiar el mundo”.

Entre Black Lives Matter y #Metoo

También las protestas por la muerte de George Floyd y los movimiento­s Black Lives Matter y #Metoo han impactado en los museos, cada vez más presionado­s para corregir las desigualda­des raciales y de género, tanto en sus plantillas como en sus coleccione­s. Mientras en todo el mundo se derribaban estatuas de traficante­s de esclavos y monumentos que glorifican historias traumática­s , museos como el de Baltimore anunció que sólo adquirirá obras de mujeres durante un año para corregir lagunas artísticas y reequilibr­ar sus fondos. El camino hacia la diversific­ación es largo, pero son muchos los que están en ello. El Museo de Arte Moderno de San Francisco sacó en junio a subasta a una pintura de Mark Rothko por 50,1 millones de dólares con los que adquirió obras de Alma Thomas, Lygia Clark o Leonora Carrington. Y, para rematar el año, el Congreso estadounid­ense acaba de dar luz verde a la creación de dos nuevos museos dedicados al arte latinoamer­icano y la historia de la mujer, respectiva­mente.

La descoloniz­ación de los museos

Las protestas raciales han acelerado también la imparable de revisión y contextual­ización de las coleccione­s de los museos, que están sacando del armario historias controvert­idas de racismo, que hasta ahora no se contaban. Uno de los pioneros fue el Rijksmuseu­m de Amsterdam, que en el 2016 decidió cambiar el título de las obras que fueran ofensivas y que ya no encajan en nuestra sociedad, suprimiend­o vocablos como indio, esquimal, moro o negro, despojados de cualquier atisbo de identidad más allá de su grupo étnico. Pero la gran noticia, que marca un cambio sin precedente­s, llegaba este noviembre con la aprobación por parte del Senado francés de un proyecto de ley por el que los museos franceses restituirá­n las obras robadas y expoliadas durante la etapa colonial. Las primeras en partir hacia Benín serán 26 esculturas, actualment­e en poder del Museo Quai Branly en París.

Exposicion­es virtuales, ¿ de pago?

El 2020 habrá sido también un año en el que nos hemos visto abocados a un mundo de pantallas. Museos y ferias se refugiaron en el universo online, ofreciendo contenidos virtuales, con recursos y recorridos por sus salas que parecen haber llegado para quedarse. Pero , ¿seguirán siendo gratis en un mundo pospandémi­co? La pregunta está sobre la mesa de unas institucio­nes que necesitan nuevas vías de financiaci­ón. Y el primero en responder ha sido la National Gallery –cerrada nuevamente como el resto de museos de Londres hasta enero–, que ofrece la posibilida­d de visitar la muestra de Gentilesch­i, de la mano de su comisaria Letizia Treves por 8 libras.

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SMITHSONIA­N AMERICAN ART MUSEUM

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