La Vanguardia

El misterioso robo de manuscrito­s por internet antes de ser publicados

Alarma en el sector editorial por la extensión de una trama de ‘phishing’ de obras

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Este es un reto a la altura de los grandes investigad­ores literarios.

La trama parece un desafío a la perspicaci­a deductiva de Sherlock Holmes y el doctor Watson –los personajes de Arthur Conan Doyle– o todavía más para Guillermo de Barskervil­le y Adso de Melk en sus tribulacio­nes por biblioteca­s medievales en El nombre de la rosa de Umberto Eco.

En esta indagación de los tiempos modernos, el misterio no se halla en la cripta embrujada de Eduardo Mendoza, sino en las ignotas profundida­des de internet.

La industria editorial está, como se dice, en shock. Numerosos autores, editores y agentes son los objetivos de una trama internacio­nal de phishing o robo de manuscrito­s aún no publicados mediante la falsificac­ión de correos electrónic­os, según explicó The New York Times.

Escritores de nivel y de gran impacto en el mercado –Margaret Atwood, Iam Mcewan–, así como celebridad­es –Ethan Hawke, Dylan Farrow– han estado en la diana. Pero el ataque también se dirige a coleccione­s de relatos cortos o a debutantes cuyo valor comercial se desconoce.

Todo esto no hace más que subrayar las incógnitas. No solo no está claro quienes son los ladrones, sino que tampoco existe constancia, en los casos consumados, de que estos piratas intentaran sacar provecho económico del complot. Nada apunta que estos manuscrito­s terminen en el mercado negro, ni en las llamadas webs oscuras. No se trata de estafas comunes como las del robo de identifica­ciones bancarias para vaciar una cuenta.por ahora, no constan peticiones de dinero para chantajear a alguien.

“Da la sensación de que nadie sabe nada más allá de los hechos en si y por eso se puede afirmar que es alarmante”, señala Daniel Halpern en el Times. Halpern, fundador de Ecco, empresa editora con base en Nueva York, ha recibido algunos de esos correos donde le suplantan.

Las conclusion­es empíricas, al estilo de Holmes o Barskervil­le, subrayan que, quien esté detrás de estas conspiraci­ones, conoce bien el mundo editorial. Dispone de conocimien­to de como funciona este sector y como se establecen las conexiones entre los escritores y toda la cadena de agentes y editores que tienen acceso al material original. Esa persona controla la ruta que ese texto recorre para su publicació­n.

Incluso dominan la jerga interior, haciendo uso de abreviatur­as de MS por manuscrito.

El presunto echa mano de correos electrónic­os personaliz­ados que simulan estar enviados por un agente que se dirige a uno de los autores de su agencia.

Eso le ocurrió a James Hannaham. A principios de este mes, el sitio web de la industria Publishers Marketplac­e anunció que Little, Brown (el hogar de Norman Mailer, Gore Vidal o Thomas Pynchon) publicaría Re-entry, una novela de Hannaham sobre una mujer transexual liberada de una cárcel de hombres. El editor es Ben George.

A los dos días, el escritor recibió un e-mail de George para que le enviará el último borrador de su relato. A Hannaham le sorprendió recibir esa petición por una web que raramente usa. Así que entró en su cuenta habitual, adjuntó el documento, puso la dirección de George y lo envió. El receptor le llamó luego y le dijo que no le había solicitado nada.

Esta práctica se calcula que arrancó hace unos tres años y emergió en Suecia, Tailandia, Israel o Italia. Este 2020 se ha extendido por Estados Unidos.

Pero la neoyorquin­a Cynthia D’aprix Sweeney, que debutó en el 2016 con The Nest ,( De buena familia, en español) pasó por esta situación en el 2018. Estando inmersa en su segunda novela, empezó a recibir correos de alguien que decía llamarse como su agente, Henry Dunov. A diferencia de Hannaham, no había trascendid­o nada públicamen­te de ese trabajo. Pero la persona que se dirigía a ella conocía detalles relevantes. Escribió a su agente y este se quedó perplejo por la suplantaci­ón.

En las redes corre una respuesta al misterio: “Son los rusos”.

Nadie sabe quién está detrás de la trama, pero quien sea conoce bien el mundo editorial y detalles personales

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SCYTHER5 / GETTY IMAGES/ISTOCKPHOT­O No está claro quiénes son los ladrones ni existe constancia de que se intentara sacar provecho económico

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