Marc Gasol, habrá días mejores
El nuevo pívot de los Lakers se queda en blanco en el fallido estreno ante los Clippers
En el día del gran estreno de Marc Gasol con los Lakers, el gran hombre fue Serge Ibaka.
Ibaka es español, como Marc Gasol, aunque ambos juegan en equipos distintos.
Marc Gasol lo hace con los amarillos, equipo con historia y pedigrí, según algunos el club más importante en la historia de la liga de baloncesto más importante: los Lakers han ganado 17 anillos, incluido el último, el de la burbuja de Disney World, cómo olvidarlo.
Serge Ibaka está en los Clippers, el hermano pequeño de Los Ángeles. Ni un solo título luce en las vitrinas de los Clippers, ni siquiera una final de Conferencia. A los Clippers se les presume tristes, poquita cosa. Con cierto complejo de familia, se diría en algunos foros.
Solo se diría.
Porque en la apertura de la liga, se comieron al hermano mayor.
109-116 acabó el duelo del Staples Center entre los vecinos de Los Ángeles: ganaron los modestos Clippers, los huéspedes, bendecidos por Paul George (33 puntos y 6 rebotes), Kawhi Leonard (26 puntos) e Ibaka (15 puntos, 6 rebotes y un tapón en veinte minutos), frente a unos Lakers descoloridos, pese a los 22 puntos de Lebron James y los 18 de Anthony Davis.
Marc Gasol apenas pudo echarle una mano a su nuevo equipo. Se mantuvo en pista durante doce minutos, no sumó un solo punto –ni siquiera tiró a canasta–, cazó un rebote, dio una asistencia, perdió un balón y se vio a un paso de la descalificación, al cometer cinco faltas. Estuvo más activo en las acciones defensivas, aunque Ibaka se lo hizo pasar mal.
Los analistas cuentan que los espacios se le agrandaban a Gasol. Cuando Gasol se ocupaba de cerrar puertas bajo el aro, Ibaka salía al perímetro y encontraba cómodas posiciones de tiro. Gasol no llegaba a tiempo para incomodarle el lanzamiento.
“Todos nuestros hombres tendrán que hacerlo mejor de lo que lo han hecho esta noche”, dijo Frank Vogel, técnico de los Lakers.
Solo hubo un encuentro más en el arranque de la temporada postburbuja. Se enfrentaban otro conjunto con pedigrí, los Warriors de Golden State, y otro rival menor, los Brooklyn Nets. El desenlace fue el mismo. Ganaron los pequeños. En ese caso, muy sobrados: 125-99.
Los Warriors se hallan hoy muy lejos de aquel equipo maravilloso en el que brillaban Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green, Andre Iguodala o Kevin Durant. Tres títulos habían recogido en la década que ahora se cierra.
Kevin Durant ni siquiera está ya en San Francisco, sino que se ha ido a Brooklyn. Y desde allí, se está reconstruyendo. Viéndole saltar la otra noche, nadie se lo hubiera imaginado un año atrás, reponiéndose de una terrible lesión, la rotura del tendón de Aquiles, desastre que había arruinado las carreras de Patrick Ewing, Isiah Thomas y el desaparecido Kobe Bryant, pero que no ha podido con Durant.
Ni un solo partido había jugado Durant desde entonces, desde junio de 2019: así, roto en el quinto duelo de las Finales de la NBA, se había despedido de los Warriors, su equipo entonces.
En su regreso, Kevin Durant ha sido un tormento para su ex equipo. Saltando, elevándose sobre el aro, estirándose como una mantis religiosa, anotaba 22 puntos, combinándose con el base Kyrie Irving para ambos, juntos, irse hasta los 48 puntos. Ante todo eso, los 20 puntos y 10 asistencias de Curry quedaban en poca cosa.
La irrupción de la pareja Irving-durant le ha dado un nuevo aire a los Nets, que ahora lucen distinto. Hay quien pronostica un cambio de tercio en la franquicia, mucho más crecida que sus compañeros de ciudad, los New York Knicks, una calamidad desde tiempos inmemoriales.
EXHIBICIÓN
En el estreno de Gasol con los amarillos, la estrella fue su rival, Ibaka: sumó 15 puntos y 6 rebotes
NUEVA PAREJA
La combinación entre Irving y Durant ha transformado a los Nets: ganaron a los Warriors por 26 puntos