Una blanca y amarga Navidad
Las pistas catalanas abren, pero con cierres perimetrales en la Cerdanya y el Ripollès
El frío y la nieve vuelven por Navidad. Si bien se puede esquiar, serán unas fiestas muy distintas a las conocidas hasta ahora. El confinamiento comarcal de Catalunya solo permite el desplazamiento de una burbuja de convivencia a otra comarca en caso de una segunda residencia o reserva de hotel, además de visita a familiares o allegados a su residencia habitual, con certificado de declaración responsable.
Las restricciones estarán vigentes hasta el día 6 de enero, aunque serán revisadas el 28 de diciembre según la evolución de la pandemia. En el caso de las estaciones pirenaicas del Pallars, Alta Ribagorza y Val d’aran –Baqueira, Boí Taüll, Port Ainé, Espot, Port del Comte (pre Pirineo)– y las pistas nórdicas, siguen abiertas a los esquiadores de cualquier comarca catalana, con aforo limitado, siempre que se tenga una reserva de hotel.
Realidad totalmente opuesta es la que viven desde este miércoles, víspera de Nochebuena, los centros invernales de las comarcas de el Ripollès y la Cerdanya. Después de diez días de apertura, La Molina, Masella, Vallter 2000, Vall de Núria y Guils Fontanera han recibido un gran revés. El precipitado cierre perimetral de ambas comarcas, y servicios no esenciales, dejan en ascuas a todo el sector blanco.
Cierto que las estaciones seguirán abiertas parcialmente para los esquiadores de la comarca, pero la falta de turistas pasará factura a un sector donde Navidad y Reyes representan el 45% del total de facturación de la temporada.
La medida anunciada por la conselleria de Sanidad este martes por la noche no dio tregua. Y es que en tan sólo dos horas, el Ripollès y la Cerdanya quedaban cerrados y sin turismo. Estaciones, hoteles, restaurantes y otros negocios relacionados con la nieve se han quejado por la falta de previsión y la sensación de improvisación. No en vano, la subida de los contagios de hace algunas semanas se podía haber paliado, aseguran desde el sector de la nieve, para salvar una parte de las fiestas navideñas.
Masella, al igual que el resto de estaciones y zonas próximas, reconoce que la falta de antelación hará mucho daño. Los teléfonos de hoteles y pistas echaban ayer humo para anular las reservas de pernoctación, forfaits o clases de esquí.
El sector está indignado y asegura que se va a la ruina. Las estaciones mantienen todas el aforo limitado, marcado por Salut, con la venta de los abonos únicamente online. La mayoría de hoteles no han tenido más remedio que cerrar con las neveras llenas hasta arriba para las comidas y reservas de los días festivos. Sin duda, serán las Navidades más amargas para un negocio que vive exclusivamente de la nieve y el deporte blanco.
EL SECTOR BLANCO, INDIGNADO Masella, La Molina, Núria, Vallter y Guils, junto al resto de negocios, se han quejado de la falta de previsión