La Vanguardia

ENRIC JULIANA

- Enric Juliana

El discurso de Navidad del Rey comenzó el jueves de la semana pasada con su presencia en la apertura de la exposición que la Biblioteca Nacional dedica a la figura de Manuel Azaña, presidente de la Segunda República. Aquel mismo día se daba a conocer que el rey emérito no regresaría a España durante las fiestas navideñas.

Fue una fecha señalada, el 17 de diciembre. El Monarca rendía homenaje a la figura histórica del republican­ismo español que suscita más consenso, mientras su padre, el hombre que consiguió asociar la restauraci­ón monárquica con el retorno de la democracia y el ingreso en Europa, una vez agotada la dictadura del general Franco, aceptaba seguir en el lejano ostracismo en los Emirato Árabes para no amargarle las Navidades a su hijo.

En el acto de la Biblioteca Nacional regresaba la imagen de una monarquía parlamenta­ria empática con la memoria republican­a. (En junio del 2015, poco después de su llegada al trono, Felipe VI rindió homenaje a los republican­os españoles que contribuye­ron a la liberación de París).

La cuarentena Macron impidió a Pedro Sánchez posar junto con el jefe del Estado ante el retrato de Azaña y también obligó a suspender un segundo acto previo al discurso navideño: una visita a la fábrica de Seat en Martorell, prevista para el lunes 21.

Esa cita también estaba cargado de significad­o, puesto que Seat es hoy la fortaleza más visible de una economía catalana en horas bajas. La gran empresa automovilí­stica de capital alemán, que decidió no trasladar su sede social fuera de Catalunya durante los acontecimi­entos de octubre del 2017, es hoy un factor de estabilida­d en la sociedad catalana, a la vez que simboliza las posibilida­des de futuro de la industria del automóvil en toda España.

Tras suspenders­e ese acto, el jefe del Estado decidió efectuar una visita privada a Barcelona para entregar el premio Cervantes de literatura al poeta Joan Margarit. Mensaje: el Rey no quiere ser invisible en Catalunya pese a las adversas circunstan­cias. La monarquía parece ser consciente de que en el interior de las heridas abiertas en la sociedad catalana se halla el principal de sus problemas, más allá de los escándalos que convierten la senectud de Juan Carlos I en un drama histórico. En Catalunya está el epicentro de la desafecció­n.

Tercera previa del discurso navideño: las encuestas. Metroscopi­a sostiene que Felipe VI ha recuperado popularida­d después del bajón de agosto. Un 74% de los españoles le aprueba, un 52% considera adecuadas las medidas adoptadas respecto a don Juan Carlos y un 58% considera que los problemas de la Corona se circunscri­ben al rey emérito, según el instituto de opinión que dirige el sociólogo José Juan Toharia.

Un sondeo de Invymark para La Sexta sitúa la valoración del Felipe VI en un aprobado justo (5,2), con pésima nota para el rey emérito (2,9). Según este sondeo, la monarquía parlamenta­ria volvería a ser la opción preferida por

La monarquía ha intentado emitir mensajes de conciliaci­ón después del bajón de agosto

los españoles en caso de referéndum, 54% frente un 33% pro república. El pasado mes de septiembre, tras la escandalos­a marcha del rey emérito de España, la opción republican­a alcanzaba el 43% y batía a la monarquía, que se quedaba con un apoyo del 34%. Ese sondeo señala una recuperaci­ón de 20 puntos en tres meses.

Aproximaci­ón a la memoria republican­a, voluntad de no perder pie en Catalunya, suavizació­n de las irritacion­es de agosto. Con esos tinteros se ha escrito el discurso de Navidad.

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MARISCAL / EFE / ARCHIVO El rey Felipe VI en la inauguraci­ón de la exposición dedicada a Azaña
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