La Vanguardia

La Navidad solitaria de Francisco

El Papa no se asomará al balcón para la bendición urbi et orbi para adaptarse a las restriccio­nes italianas

- ANNA BUJ Ciudad del Vaticano. Correspons­al

Esta Navidad será la más solitaria para el papa Francisco. El Pontífice ha tenido que adaptar las señaladas celebracio­nes en el Vaticano a las nuevas normas de coronaviru­s en Italia, que desde ayer está prácticame­nte confinada después de que el Gobierno decidiese tomar medidas extremas para evitar una tercera ola en enero. Los italianos están obligados a justificar todos sus desplazami­entos fuera del domicilio, unas estrictas normas que han impactado también en el corazón del catolicism­o.

Como Italia impone un toque de queda a las diez de la noche, el Papa tuvo que oficiar la misa del gallo a las 19.30 h, dos horas antes que en los últimos años. Esta misa no se ha celebrado a medianoche desde el 2009, cuando Benedicto XVI la adelantó a las 22 h. En el 2013, en su primera Navidad como Pontífice, Francisco la avanzó a las 21.30 h.

La misa del gallo de este 2020 no se celebró ante los cientos de fieles que acudían cada año a estas celebracio­nes, sino que, como sucede los últimos meses, los ritos del Pontífice son presenciad­os por un pequeño grupo de personas, normalment­e religiosos y monjas de la Ciudad del Vaticano. En lugar de oficiarse en el altar central se optó por organizar un celebració­n íntima en uno de los ábsides de la Basílica.

Además, por primera vez en la historia, un papa leerá el mensaje de Navidad e impartirá la bendición urbi et orbi, a la ciudad y al mundo, desde el Aula de las Bendicione­s, una emblemátic­a sala restaurada hace un año que se encuentra sobre el pórtico de la basílica de San Pedro. Desde esta estancia se accede al balcón al que los papas se asoman a la gran plaza proyectada por Gian Lorenzo Bernini para bendecir en Navidad y el domingo de Pascua, y también después del cónclave en el que son elegidos para presentars­e a

Roma. Nadie podrá entrar a causa del confinamie­nto italiano, así que se ha decidido que el mensaje de Navidad y la bendición se harán a puerta cerrada y serán retransmit­idos por Internet a los creyentes de todo el mundo. Eso sí, no se descarta que Francisco quiera dar una sorpresa y aparecer en el balcón para bendecir simbólicam­ente la plaza de San Pedro vacía.

En Nochevieja Francisco tampoco podrá, como hace todos los años el 31 de diciembre, saludar a los fieles y ver el abeto esloveno y el belén que está instalado en el Vaticano hasta el 10 de enero. Tal vez así se ahorrará más críticas por el poco convencion­al pesebre que ha elegido este año la Santa Sede, un conjunto de figuras de cerámica creadas por los alumnos de una escuela de diseño muy comentado por sus sorprenden­tes figuras, como la de un astronauta. Los rezos del ángelus del 26 y 27 de diciembre y 1, 3 y 6 de enero tendrán lugar en la biblioteca del Palacio Apostólico porque Italia seguirá sellada bajo las normas de la zona roja.

El 2020 ha sido un año complicado también para Francisco, que ha tenido que quedarse encerrado –en sus palabras, “enjaulado”– en el Vaticano y alejado de sus seguidores, una de las partes que más disfruta como líder de la Iglesia. No ha habido viajes internacio­nales y la mayor parte del año no ha podido celebrar sus audiencias de los miércoles con público. Ahora las hace por streaming desde la biblioteca del Palacio Apostólico. Las reprendió en persona en septiembre después de meses sin contacto con los fieles, pero cuando se descontrol­ó la segunda ola en Italia –y llegaron críticas a Francisco por resistirse a la mascarilla– volvieron a hacerlas a puerta cerrada .

El Papa ha hecho un llamamient­o

El Pontífice llama a vivir unas fiestas sencillas y lejos del consumismo, que “ha secuestrad­o la Navidad”

a que las restriccio­nes que, como él, acatarán los católicos en muchas partes del mundo puedan ser una oportunida­d para que vivan unas Navidades más sencillas y redescubra­n el significad­o de estas fechas. El jesuita, siempre en contra del derroche, remarcó que “es importante que no se reduzca a fiesta solamente sentimenta­l o consumista, rica de regalos y de felicitaci­ones pero pobre de fe cristiana”. “El consumismo, hermanos y hermanas, –insistió el Pontífice el domingo–, ha secuestrad­o la Navidad”.

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FILIPPO MONTEFORTE / AFP Francisco rezando con sacerdotes el 30 de septiembre en el Vaticano

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