Consejero de autoestima
La fórmula de El foraster (TV3) sigue funcionando gracias a la energía de un Quim Masferrer que, a medida que acumula temporadas con altísimos niveles de audiencia, perfecciona su facilidad para conectar con la (buena) gente que entrevista. Si las primeras semanas del formato le obligaban a ser más hábil, audaz e intuitivo a la hora de adivinar por qué atajo debía acceder a las historias que buscaba, ahora todo le resulta más fácil porque lo conocen en todas partes. Este conocimiento mecaniza un poco el invento pero no lo lastra de rutina. La diversidad de perfiles elegidos y la predisposición de los entrevistados a compartir privacidad es la esencia del programa. Recuerdo que cuando El foraster se estrenó sugerí que quizá debería incorporar perfiles disidentes y que a la furgoneta que entonces conducía Masferrer le podrían pinchar las ruedas para reivindicar una delincuencia de proximidad. Era un comentario de articulista con ínfulas porque, pasados los años, queda claro que cualquiera que intentara meterse con Masferrer y el buen rollo que desprende sería perseguido, castigado y sometido al tipo de ostracismo que también existe en los pueblos. En La Nou de Gaià, el equipo de El foraster localizó a un projeccionista aficionado que se había construido un cine particular, free Covid y clandestino, en el que se perpetuaba el ritual, cada vez más agónico, de amar el cine. Masferrer lo acompañaba y, con todos los recursos musculados por la experiencia y la intuición, hacía algo realmente difícil: convertirse en el conseller no oficial de reforzamiento de la autoestima no solo para los pequeños pueblos que visita sino para los miles de espectadores que le han correspondido con una fidelidad sistemática, desacomplejadamente primaria, a prueba de bombas y de virus.
MÚSICA INMORTAL.
Documental sobre los Bee Gees estrenado en Amazon Prime Video. Se titula The Bee Gees: How Can You Mend en Broken Heart y es una maravilla. Condensa la historia de uno de los grupos de música pop más importantes del siglo XX. Tan longevos en el éxito y en la creación que vieron como a los grupos así se les llamó primero conjuntos, después grupo y finalmente banda. El componente familiar (eran tres hermanos y, con el éxito consolidado, incorporaron, de manera trágica y fugaz, a un cuarto hermano) es el ingrediente que convierte la evolución del grupo en una olla a presión de ambiciones pero con un nivel de sintonía y dependencia impensable si no existiera esta dimensión fraternal. La calidad de los documentos acumulados es impresionante y ayuda a entender el contexto de una industria que, en pocas décadas, ha pasado de crear mecanismos para que muchísima gente pudiera vivir bien a destruirlos para fomentar una gratuidad en el consumo que ha dejado todos los beneficios en manos de los intermediarios tecnológicos y las migajas para los artistas. El documental también permite acceder a las interioridades creativas de unas canciones que, en general, tenían el aliciente de tener éxito o de no tenerlo en función de factores imprevisibles. Ahora, pasados los años, suenan como mecanismos melódicos perfectos.