Dramas por Zoom y Whatsapp
La pandemia ha cambiado los escenarios. Ha llevado a la transición digital por la vía rápida a las grandes instituciones teatrales. Unas han comenzado a emitir sus obras online, como el Teatre Nacional de Catalunya, y otras además han comenzado directamente a producir obras para ese formato, como el Lliure, con sus Clàssics per a criatures y su teatro radiofónico. Y los grandes festivales, el Grec barcelonés, Temporada Alta de Girona, el Festival de Otoño de Madrid, han apostado fuerte por el teatro a distancia, y han comprobado que tiene recorrido, notablemente los espectáculos en directo a través de Zoom en los que muchas veces el intérprete además habla al acabar la pieza con su público a través de la pantalla. Ha habido hasta teatro a través de Whatsapp, como Amor de cuarentena, con las voces de Cecilia Roth o Leonardo Sbaraglia llegando al móvil de los espectadores en una seductora historia de amor y memoria. Y radioteatro musical a través de podcasts, como Bitácora de ida y vuelta, de Felipe Cabezas, sobre Miguel de Molina, en el Grec. Y audioteatro como La noche sin tiempo. Y es que no han faltado experimentos que protagonizan los propios espectadores, como Double, de Darkfield Theatre. Dos personas cualesquiera se bajan una app, se ponen unos auriculares y reciben un audio de 20 minutos que les pide que cierren los ojos. Roger Bernat ha apostado por la inteligencia artificial, con un bot conversacional que hablaba con los espectadores en la web del Lliure, y también por el teatro a través de chat: creó uno sobre Las 120 jornadas de Sodoma del marqués de Sade en el que participaban escritoras como Cristina Morales o Lolita Bosch y el público se conectaba para interactuar. Un dato final: en el festival Temporada Alta vio el estreno –Bouvetøya, de Julio Manrique– más gente online que presencialmente y tienen claro que la parte digital del festival va a continuar tras la pandemia.