Un año de enseñanzas
Este es mi último artículo en La Vanguardia del año 2020, un año que muchos creemos que nos ha podido sobrar, pero que si no hemos tenido sufrimiento extremo o lamentables pérdidas familiares puede ser el año de la gran enseñanza. Porque sin duda no existe mayor patrimonio que el que la vida nos ponga entre la espada y la pared sin que las consecuencias sean devastadoras.
Porque las dificultades supremas siempre nos acaban alejando de nuestras expectativas y eso es muy probable que nos arrebate la confianza en nosotros mismos. Y eso es lo más duro que le puede suceder a un ser humano. Porque inmediatamente estaremos lejos de nuestras capacidades y nos sentiremos pobres e indefensos. Pero llegados a esta situación deberemos entender qué es la confianza y cómo uno llega a ser dueño de ella. Casi siempre cuando no conseguimos algo hay una autocrítica que nos indica que no confiamos en nuestras posibilidades. Y nos quedamos en ese análisis simple que nos sirve de justificación victimista.
Pero debemos ser más críticos con nosotros mismos porque a nadie absolutamente a nadie la confianza le viene regalada. La confianza no es más que una actitud mental de forzar todos nuestros mecanismos para conseguirla. Un futbolista no puede tener confianza en ser capaz de hacer un regate si este no se ha trabajado, al igual que le pasa a un tenista con su primer saque. Si en un momento determinado se tuvo esa habilidad y ahora se ha perdido hay que ponerse manos a la obra. Y probar y fallar, probar y reflexionar y así continuamente hasta conseguir retomar esa habilidad. Nada va a llegar de forma gratuita y menos en un mundo terriblemente
Quererse mucho es el primer paso para creer en uno mismo y así recuperar la confianza
competitivo, donde existe mucha gente capaz de luchar por su confianza. Y para retomar la confianza lo primero que debe hacer uno es quererse mucho, que es el primer paso para creer en un uno mismo. Y eso es lo que debemos hacer todos en estos tiempos tan complejos, valemos mucho más de lo que nos creemos. Los demás en ningún caso deben ser los que marquen nuestro destino. Las opiniones del resto de la gente pueden y deben ser una buena referencia para nuestra introspección, pero solo eso, una referencia.
Me hace mucha gracia cuando veo a gente criticando a Cristiano por su aparente arrogancia cuando no es más que una protección de su confianza. Él siempre cree en sí mismo y ahí están sus resultados. Al igual que Messi, que hace tres semanas estaba acabado, y la de veces que la gente ha retirado a Rafa Nadal. Recuerdo cuando hace diez años ya lo daban por acabado y tuve el atrevimiento de afirmar que Nadal se retiraría cuando él quisiera. Hagamos como ellos.