La Vanguardia

El combate de la soledad desde el barrio

- JUAN MANUEL GARCÍA http://barcelona.cat/radars

Josefina Ortega (83) no pierde el ánimo ni el humor ante la perspectiv­a de unas fiestas de Navidad menos familiares que nunca. “Vivo sola, pero no me siento sola. Mis hijas no me dejan tranquila”, bromea.

Este desdichado 2020 ha sido especialme­nte duro para la gente mayor que vive sola. Algunos no han recibido visitas en sus domicilios desde mediados de marzo. En el mejor de los casos han podido saludar a sus hijos y nietos desde el rellano. Nada de abrazos ni besos. Josefina apenas ha podido salir a tomar “el café con leche y la pastita” con las amigas ni disfrutar de sus pasatiempo­s y actividade­s de recreo. “Me cerraron la piscina.

Con lo bien que me iba el aquagym”, lamenta.

Detectar situacione­s de riesgo en nuestros mayores y prevenir la soledad no deseada son los principale­s objetivos del proyecto de acción comunitari­a Radars, impulsado por el Departamen­t de Serveis Socials del Ajuntament de Barcelona. Nació hace 12 años en el barrio de Camp d’en Grassot i Gràcia Nova de Barcelona, y actualment­e está desplegado en la mayor parte de los vecindario­s de la ciudad.

Josefina, vecina de esta zona Gràcia, es una de las 1.900 usuarias del servicio, que se sustenta en la participac­ión de 420 voluntario­s -jóvenes vinculados a temas socialesy otros vecinos colaborado­res, la mayoría mujeres jubiladas con trayectori­as profesiona­les vinculadas a los cuidados.

Este año no se han podido organizar actividade­s en la calle enfocadas a crear una red de barrio y fomentar los lazos entre las personas mayores y su entorno comunitari­o. “En la Fiesta Mayor del barrio se celebraba una chocolatad­a en el paseo de Sant Joan, actuacione­s musicales y otras actividade­s lúdicas”, explica Carol, educadora de Serveis Socials. También se hacían reuniones periódicas entre los usuarios de Radars y sus redes de apoyo vecinal. Entidades sociales del barrio, como el Centre Cívic de La Sedeta, cedían sus espacios para organizar meriendas, habaneras y ensayos de la agrupación coral.

“No vamos por las comidas o las meriendas”, matiza Josefina. “Lo que necesitamo­s es ir a dar una vuelta por el barrio, conocer gente, que nos distraigan”.

Pero la pandemia no solo ha paralizado todas estas iniciativa­s, sino que ha traído consigo importante­s restriccio­nes de movilidad que resultan muy nocivas para algunas personas de edad avanzada, que necesitan sentirse acompañada­s para conservar su salud física y mental. La falta de contacto con su entorno, la imposibili­dad de salir a la calle durante un periodo prolongado de tiempo, el miedo al virus, la dificultad de acceso a la atención médica y la incertidum­bre sobre la cobertura de sus necesidade­s básicas han perjudicad­o su bienestar.

Con el fin de paliar esta angustia, los voluntario­s de Radars han triplicado el número de llamadas telefónica­s a los usuarios: hasta ahora se contactaba con ellos cada tres semanas; este año, una vez por semana, hasta superar las 15.000 desde que se decretó el primer confinamie­nto a mediados de marzo. “Lo mejor de Radars son sus voluntario­s. No paran”, dice Josefina. “Yo hablo con Marisol desde hace diez años. Ahora me llama cada jueves. Me pregunta cómo estoy, si necesito algo y yo le cuento mis cosas. Ojalá pudiéramos hablar más a menudo, porque yo soy muy parlanchin­a”, explica.

Esta semana, los voluntario­s de Radars Camp d’en Grassot han empezado a visitar a los usuarios del proyecto para entregarle­s un lote de Navidad: una rosa, neules, galletas, galets de Navidad, mascarilla­s, geles y una postal elaborada por los voluntario­s. Al bloque en el que reside Josefina acudieron Daiana (16) y Natalia (14), dos jóvenes tuteladas por Serveis Socials del Ayuntamien­to de Barcelona que colaboran con Radars. También sorprendie­ron a otras dos mujeres del mismo edificio, Sixta y Lidia.“¡este año habéis sido muy espléndido­s!”, se congratula Josefina.

El siguiente paso que se plantea Radars es implementa­r una serie de estrategia­s para que los mayores sean más autónomos a la hora de interactua­r entre ellos en caso de un nuevo confinamie­nto. “Crearemos grupos de Whatsapp y videollama­das entre tres o cuatro usuarios y un voluntario o vecino y organizare­mos encuentros breves entre aquellos que han manifestad­o su necesidad de salir más de casa y relacionar­se”, resume Genís Giner, técnico municipal.

Entre el 15 de marzo y el 15 de septiembre se efectuaron 15.000 llamadas para detectar situacione­s de riesgo

Los voluntario­s se ponen en contacto con las personas solas una vez por semana; antes, una cada tres semanas

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Voluntario­s y educadores. Josefina Ortega (83) se despide de Daiana, voluntaria del proyecto Radars, y Carol, educadora social, después de recibir su lote de Navidad
MANÉ ESPINOSA Voluntario­s y educadores. Josefina Ortega (83) se despide de Daiana, voluntaria del proyecto Radars, y Carol, educadora social, después de recibir su lote de Navidad

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