La Vanguardia

Unos fideos a la cazuela

- Jordi Basté

Afinales de octubre Quim Monzó escribió una columna sobre el confinamie­nto de marzo. Hablaba de cómo la gente se lanzó a los supermerca­dos a comprar levadura, harina o sal y comentaba que uno de los hobbies de aquellos días era cocinar. Citaba Monzó unos fideos a la cazuela que colgué en Instagram que le hacían la boca agua.

Al día siguiente, por la radio, le prometí a Monzó que le daría la receta en

La Vanguardia. La receta es una mezcla de la original de mi suegra Jorgina y del chef Marc Ribas. Salchichas y costilla de cerdo en trozos pequeños a la cazuela. Se doran cinco minutos y se apartan. En el mismo aceite se sofríe cebolla, pimiento verde cortado, un diente de ajo, sal y pimienta. Un cuarto de hora aproximada­mente y ponemos un poco de vino blanco. Cuando se evapora colocamos los fideos de nuevo en la cazuela, los mezclamos con todos los ingredient­es y lo cubrimos con caldo. Lo llevamos a hervir hasta que los fideos se beban el líquido y estén al dente. Fácil y están estupendos.

Aquel día del artículo de Monzó dije que este 2020 ha sido el año en que nos hemos lanzado a hacer cocinitas. El confinamie­nto nos ha puesto un delantal para bucear en la nevera, encender fogones y aprender a hacer recetas que jamás hubiésemos imaginado. El tiempo me ha demostrado que las mejores conversaci­ones en una casa se tienen en la cocina y las peores, por innecesari­as, en la cama. De hecho, la mejor escena de El cartero siempre llama dos veces no era en la alcoba, sino precisamen­te en la cocina.

El día de Navidad, mientras preparaba la escudella para mi burbuja, escuchando la radio en la cocina, pensé en las recetas que aprendí en confinamie­nto y que me aventuré a cocinar, entre ellas, una merluza a la donostiarr­a que, si algún nativo de San Sebastián la probara, pediría que cerraran inmediatam­ente el perímetro de la ciudad ante mi llegada. Pero lo intenté. Estoy convencido de que cualquier ciudadano en confinamie­nto tiene su serie, su libro, su canción, pero seguro que también su receta de cocina, sus fideos a la cazuela.

Este 2020 acabará en mi castigado cerebro con nueve meses hábiles porque poseo un agujero negro de tres meses donde no me aparece (casi) nada de lo que hice. Recuerdo haber visto las películas El hoyo y No matarás

(que me cedió amablement­e David Victori), las series Line of duty o Succession o leer 2666 de Roberto Bolaño. Y poco más. Y los fideos a la cazuela, símbolo en mi vida de este 2020 de mierda. Que el 2021 sea mejor. Feliz Año Nuevo.

El tiempo demuestra que las mejores conversaci­ones se tienen en la cocina

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