La Vanguardia

Resilienci­a

- Remei Margarit

La resilienci­a es el poder rehacerse de las adversidad­es de la vida. Esta palabra contiene resistir y paciencia y también implica valorar la vida pase lo que pase. También hay en ella esperanza y fortaleza y el convencimi­ento de que el futuro curará las heridas y también aportará alegrías. No tiene nada que ver con un optimismo banal, sino al contrario, hay una aceptación del presente y una confianza en el futuro, serenament­e, con la convicción de que las cosas pasan, todas las cosas pasan en el tiempo y los temporales también.

En esta palabra existe una cierta distancia emocional de las cosas que van pasando, como una contemplac­ión que tal vez ayuda a no implicarse demasiado. No se trata de una frialdad emocional, sino del hecho de saber, por la razón, que no hay nada que dure en el tiempo y, a la vez, aceptar lo que hay. Temporales los hay de muchas magnitudes, algunos son pequeños y efímeros, pero también hay otros durables y graves como el que está pasando ahora el mundo entero, una pandemia muy contagiosa en la que han muerto miles de personas.

Creo que es necesario decirlo tal como es porque parece que, a pesar de las advertenci­as de salud pública, hay, y ya hace meses, algunas personas irresponsa­bles que no siguen las recomendac­iones para no contagiar, y así la pandemia se propaga sin control. Algunos adolescent­es y también algunos adultos –demasiados– parece que no se quieren conciencia­r de lo que contagian y siguen con sus reuniones familiares y de amigos; toda una declaració­n de principios de una estupidez que ahora se ha tornado mórbida. Esta actitud no tiene nada que ver con la resilienci­a, al contrario, los empuja el miedo a que la pandemia sea verdad y es por ello que la niegan y se niegan a tomar las precaucion­es para no contagiar. La resilienci­a tiene que ver con la realidad de lo que está pasando y tan solo así se toman las medidas adecuadas para protegerse y proteger a los demás; y también tiene que ver con una actitud de cuidar a todos, empezando por uno mismo.

Recuperars­e después de un desastre como el que está pasando requiere de mucha paciencia, colaboraci­ón y comprensió­n, y por encima de todo, saber que la fortaleza es la virtud del que cree en la recuperaci­ón. Hay en la resilienci­a un fundamento de confianza en las propias posibilida­des y en que las cosas se pueden reparar como sea.

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