Joëlle Guitart, 50 años tratando la lateralidad
La lateralidad es un trastorno hereditario que tiene un origen neurofisiológico y que frena el potencial intelectual tanto de niños como de adolescentes y adultos. Joëlle Guitart cumple 50 años como especialista en este trastorno hereditario
El concepto de lateralidad surge de la dominancia neurológica que cada hemisferio cerebral ejerce sobre una parte del cuerpo. Esta dominancia neurofisiológica se realiza a través de las vías sensoriales y motoras. Por lo tanto, cuando estas vías se ven obstaculizadas toda la comunicación neurofisiológica se ve mermada afectando de este modo nuestro rendimiento mental (potencial intelectual, concentración, memoria...), emocional (motivación, ansiedad...) y locomotor (agilidad, equilibrio, motricidad fina...). La lateralidad es un trastorno hereditario que tiene un origen neurofisiológico y que frena el potencial intelectual de la persona. Tiene que ver con el proceso de lateralización que todo individuo experimenta a lo largo de su desarrollo psicomotor y, ante todo, tiene relación con la dominancia que ejerce uno de los hemisferios sobre otro. Este proceso tiene, por tanto, su sustrato en la neurofisiología.
Es posible detectar y diferenciar todos los trastornos que causan lateralidad
Al igual que sucede con algunas patologías médicas, la complejidad del diagnóstico obliga a realizar un examen concreto y riguroso. “En mi caso -explica Joëlle Guitart, fundadora del CENTRO DE TERAPIA DE LATERALIDAD Y PSICOMOTRICIDAD- llevo 50 años perfilando y precisando este examen diagnóstico. En base a éste, programo y realizo en el centro unos ejercicios que estimulan la sinapsis, los recorridos neurofisiológicos que activan el lóbulo cerebral correspondiente a la lateralización. Es un tratamiento de ejercicios y no de fármacos. Se cura como mínimo al 80%. Una vez corregido el trastorno, no se producen recaídas”.
¡Vamos a curarles!
¿A quién va dirigido el tratamiento?
El tratamiento va dirigido, por ejemplo, a aquellos niños y adolescentes con grandes dificultades en su rendimiento escolar. Son alumnos lentos, presentan gran dispersión, problemas de comprensión lectora, traduciéndose también en el entendimiento de las matemáticas. Tienen mala letra. No saben copiar un dictado y realizar una síntesis, un esquema sinóptico. Aun así presentan un coeficiente intelectual normal; o a aquellos jóvenes “bloqueados” ante la exigencia de decidir sobre sus orientaciones académicas y profesionales en la vida, o también a aquellos adultos cuyas dificultades de concentración y organización limitan intensamente su rendimiento profesional y emocional, ya que todas estas dificultades acaban afectando tanto a nuestro estado de ánimo como a nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
No solo a niños
Además de los niños y de los adolescentes, en el CENTRO DE TERAPIA DE PSICOMOTRICIDAD Y LATERALIDAD tratan a adultos totalmente autónomos de 30, 40, 50, y hasta más de 70 años. Como explica Joëlle Guitart, “recuerdo el caso de una paciente de 74 años con dificultades de habilidad manual, equilibrio, coordinación locomotriz, estructuración del espacio y del tiempo, memoria, sufrimiento personal y familiar, ansiedad y pre-depresión”. El hecho de que una persona tenga establecida una lateralidad heterogénea desde la infancia (no hay que olvidar el carácter hereditario de la lateralidad) no significa en absoluto que no se la pueda estimular y tratar todas aquellas áreas mermadas por dicho trastorno. La meta terapéutica es armonizar su rendimiento mental y emocional estimulando aquellas zonas que se han visto afectadas por los diversos cruces que se han ido constituyendo durante su proceso de lateralización.
Afectación psicológica y emocional
Cuando uno o varios de los componentes de la lateralidad, como son la lateralidad innata, la lateralidad usual o la lateralidad gestual, entran en colisión se produce lo que la doctora denomina “desarmonía de la lateralidad o lateralidad cruzada”. Estas desarmonías afectan al desarrollo psicomotor y psicocorporal del individuo en la progresiva construcción de su identidad. Afectan, por lo tanto, a la construcción de su esquema corporal (por ejemplo, a los niños patosos se les caen las cosas de las manos) o a su organización perceptiva (aspecto importante en el área de la lectoescritura). “Pero lo más importante -explica Joëlle Guitart- es que también afectará a las tres dimensiones en las que se encuentra toda construcción: la dimensión temporal (niños que no saben situarse bien en el tiempo, no distinguen el ayer, hoy y mañana), la dimensión espacial (niños, adolescentes, adultos que se desorientan, que pierden las cosas, que les cuesta poner un orden en su vida) y, por último la dimensión relacional y, por lo tanto, afectiva (inseguridad, timidez, falta de autoestima, desmotivación y sufrimiento)”.
La complejidad del diagnóstico obliga a realizar un examen concreto y riguroso Una vez corregido el trastorno no se producen recaídas La lateralidad cruzada no solo afecta a niños, sino también a adultos, y es un trastorno que tiene cura, si se diagnostica a tiempo y recibe el tratamiento adecuado