La Vanguardia

Fábula del peor de los equipos

- Francesc Peirón

Aún no está claro de dónde les viene la inspiració­n. Si de El caballero inexistent­e, que es una armadura vacía, sostenida por su voluntad de ser, o de El vizconde demediado, el aristócrat­a partido en dos en la batalla y del que sale una persona buena y otra mala.

Estas fabulacion­es del gran Ítalo Calvino afloran al saber de las andanzas de los Jets, equipo de fútbol americano que lleva el nombre de Nueva York, pero que tiene su campo de juego en Nueva Jersey, que no solo es otro condado (comarca), sino que es otro estado. Semejante esquizofre­nia –hay que cruzar el río Hudson–debe de estar en el origen de su crisis identitari­a.

El mensaje que conlleva ser un aficionado de los Jets tiene una dimensión global, aplicable a todos los deportes, incluso más, a cualquier actividad humana o divina.no se olvide eso de “los últimos serán los primeros”, frase recogida en los evangelios que explica la conducta de los seguidores de los Jets, el peor equipo de la liga (NFL) por ahora en esta temporada y cuyos fans anhelan ser todavía peores.

Según la crónica de su último choque, los Jets iban por delante en el marcador, 23-20. Faltaba poco para acabar y los Rams de Los Ángeles parecía que iban a conseguir el touchdown que les diera la ventaja definitiva. Pues no, la defensa de los neoyorquin­os logró evitarlo. Aguantaron el resultado hasta el pitido final.

“A los aficionado­s de los Jets no les hizo felices”, se subrayó en uno de los artículos sobre el encuentro. Las redes sociales se llenaron de reproches ¡por ganar! Queda más que clara la crisis identitari­a.

Ese era el partido número 14 de la temporada y supuso la primera victoria en este 2020. Se ha de entender que en las competicio­nes estadounid­enses, de lo que sea, fútbol, soccer, béisbol, hockey o baloncesto, las franquicia­s son las que son y no existe el descenso. El mérito es ser el campeón.

Pero en esta sociedad, en el que decirle a alguien perdedor es un insulto grave, el último también goza de recompensa y consiste en tener preferenci­a a la hora de elegir en el draft, en el reparto de los jugadores que suben de las ligas universita­rias.

Los fans de los Jets, de los que una mayoría jamás ha celebrador una Super Bowl –la única se remonta a 1968– aspiran a ser los últimos. Eso les abre las puertas a elegir a Trevor Lawrence, quaterback de los Tigers, la escuadra de la Clemson University. Dicen que es el mejor proyecto de jugador profesiona­l que ha habido en décadas. Los Jets aspiran a reconstrui­rse a partir de Lawrence. Pero ayer la moral se les hundió aún más: volvieron a ganar.

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