La Vanguardia

‘El Pájaro de la Providenci­a’ resiste

El Boeing 727 en el que Hasan II sobrevivió a un golpe de Estado se conserva en Casablanca

- JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL

El viejo aeropuerto de Anfa estuvo activo hasta el 2007. Ese era el lugar donde supuestame­nte acababa la legendaria película Casablanca (Michael Curtiz, 1942). En los últimos minutos, Victor Laszlo e Ilsa Lund huían del régimen de Vichy y de los nazis en un avión rumbo a Lisboa. Rick Blaine finalmente se quedaba en tierra junto al capitán Renault y observaba con nostalgia el Lockheed Electra de Air France desapareci­endo entre las nubes. Luego iniciaba un paseo por las pistas del campo de vuelo diciendo una de las frases más célebres de la historia del cine: “Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship” (Louis, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad).

Lo cierto es que el avión nunca despegó de Casablanca con Ingrid Bergman ni Paul Henreid a bordo y tampoco Claude Rains y Humphrey Bogart pasearon por la pista, porque toda la película se rodó en Estados Unidos. Aquel Anfa no existió, como tampoco existe ahora, pues desde su cierre hace 13 años el terreno que ocupaban su pista de vuelo, las calles de rodaje, la plataforma de aparcamien­to de aeronaves y los edificios de servicios aeroportua­rios han desapareci­do y el antiguo aeródromo es ahora el recinto de un ambicioso proyecto de modernizac­ión de la ciudad, con grandes zonas residencia­les, parques y la Casablanca Finance City, el intento de consolidar la metrópoli como una de las plazas económicas más fuertes del continente.

La empresa que no se ha mudado del distrito es la Royal Air Maroc (RAM), aerolínea de bandera que mantiene su sede central allí. Junto a sus edificios se conserva por el momento un hangar, el de la compañía Latécoère, usado puntualmen­te como espacio cultural y almacén de un puñado de aviones de la RAM que nunca volvieron a despegar de Anfa.

En principio los aparatos forman parte de un museo de la historia de la aviación en el país que no acaba de arrancar y entre estos, para quienes observen bien, destaca un trimotor Boeing 727 con la matrícula CN-CCG, bautizado ni más ni menos que con el nombre de El Pájaro de la Providenci­a, protagonis­ta de un importante capítulo de la historia de este reino: el atentado contra Hasan II en espacio aéreo marroquí.

El hecho sucedió el 16 de agosto de 1972: tras reunirse en el hotel Ritz de Barcelona con Gregorio López Bravo, ministro de Exteriores de España, el padre del actual rey de Marruecos despegó de El Prat con rumbo a Rabat, poniendo fin a tres semanas de vacaciones en Francia. Al sobrevolar Tetuán, varios cazas F-5 salieron a su encuentro. Lo que podía parecer una escolta de honor era en realidad un ataque: los aviones militares abrieron fuego contra el 727, agujereand­o el fuselaje, rompiendo varias piezas de la cola y dejando inoperativ­os dos de sus tres motores.

Para evitar ser definitiva­mente derribados, el comandante del avión pidió a un tripulante que comunicase por radio que el rey estaba gravemente herido y el piloto al mando había muerto. Los aviadores de los cazas lo creyeron, se retiraron y el avión pudo aterrizar en precario en el aeropuerto de Rabat-salé. Al saber que el rey estaba ileso, dos aviones volvieron al ataque, esta vez disparando a las instalacio­nes aeroportua­rias con el resultado de ocho muertos y 50 heridos, entre estos algunos altos cargos del gobierno de un rey que, ileso, acabó escapando en un coche y evitando un tercer ataque aéreo a su palacio de Rabat, al que no llegó.

Al enterarse de que había sobrevivid­o al magnicidio, Muamar el Gadafi, enemigo acérrimo de Hasan II, ordenó que se emitiese por radio Trípoli el siguiente mensaje en apoyo de los sublevados: “La revolución continuará hasta que se derrumbe tu trono y se aplasten tus sueños”. La vida da muchas vueltas y los deseos del líder libio, asesinado en el 2011, nunca se cumplieron.

Hasan II depuró sin piedad a los responsabl­es del atentado y al cumplirse un año se organizó una ceremonia de agradecimi­ento en la que el monarca condecoró a la tripulació­n e incluso al Boeing, al que colgó personalme­nte una medalla de su fuselaje por salvarle la vida. Ese mismo día el 727 fue bautizado como L’oiseau de la Providence, volando 20 años más en las rutas comerciale­s europeas y africanas de la RAM. Silencioso y semiolvida­do, El Pájaro de la Providenci­a es un supervivie­nte que acaba de cumplir 50 años y ve cómo Casablanca cambia a su alrededor en un país en el que Mohamed VI lleva ya 21 años de reinado y su joven heredero, Moulay Hasan, gran aficionado a la aviación, se prepara para sucederlo en el futuro como Hasan III.

Los cazas abrieron fuego contra el 727, rompiendo piezas de la cola e inutilizan­do dos de sus tres motores

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ABDEL R.

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