La Vanguardia

La gran inocentada

- Núria Escur

Hace un año escribí una columna donde barruntaba sobre la antigua tradición de los Santos Inocentes. Que, en realidad, de inocencia no tiene nada porque hace referencia a una matanza de niños, la que ordenó Herodes de todos los menores de dos años nacidos en Belén, en su obsesión por deshacerse del recién anunciado Mesías, Jesús de Nazaret.

Me refería entonces a que ya no hay quien busque una inocentada en un periódico, emisora o canal –es decir, al final una mentira– porque estamos rodeados de ellas. Que la excepción era encontrar una verdad. Y aspirar a que un día, lejos de la desinforma­ción, volviera con nosotros, el criterio, la bondad, la razón y la certeza.

Como la adivinació­n es práctica desagradec­ida, erré. En cuestión de desatino seguimos igual, si no peor. Pensamos entonces que las fake news sería el final de un ciclo, el colofón de la era de la posverdad.

Pero había de llegar otra, y a la posverdad la vimos substituid­a por la incertidum­bre que nos ha inoculado la Covid y que, forzosamen­te, habremos de calzar como un par de zapatos nuevos al caminar por una ruta desconocid­a.

Decía Franklin D. Roosevelt que el único límite para nuestra realizació­n del mañana serán nuestras dudas de hoy. Pero sin miedo al miedo, caput. Descabezad­os.

Ayer esperé la inocentada durante todo el día. Pero nadie apareció para anunciarno­s que todo lo que nos ha ocurrido en el 2020 había sido solo una inmensa y siniestra inocentada.

Ojalá fuera una aciaga broma todo lo que nos han encasqueta­do este año. Ojalá, una niebla soñolienta toda esa cadena inacabable de seres que se fueron, que dispuestos en hileras dibujarían kilómetros de cadáveres por la geografía española.

¡Qué bueno que es dudar! Dale Carnegie, que es el único vendedor de humo que hace gracia porque logró pasar de vendedor de tocino, jabón y manteca a ser líder nacional de ventas y escribir un manual, su famoso curso, encandiló a los norteameri­canos y les hizo creer que te compras un libro de autoayuda y ya todo te sale redondo.

Pero a pesar de que alguna certeza se abre paso y que agarrados a vacunas esperamos, aún no sabemos qué vendrá. Esa es la gran inocentada.

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