La Vanguardia

La magia gana al viento

Sus Majestades cerraron de forma preventiva el acceso a su campamento por el viento, pero no se perdió ninguna carta ni regalo

- RAÚL MONTILLA

La ventisca obligó, por precaución, a cerrar ayer al mediodía el campamento del Fòrum en donde los Reyes Magos se preparan para su gran noche. Rachas que hicieron volar momentánea­mente alguna que otra caja –un portavoz de Sus Majestades apuntó que no se ha perdido ningún regalo–, pero que no ha afectado a las instalacio­nes que volverán a abrir hoy. El viento no se llevó ni un ápice de la magia del recinto que por la mañana pudieron conocer 300 visitantes bajo la fuerte ventisca. Eso sí, ayudantes reales advirtiero­n a La Vanguardia que tampoco se fue volando la más pequeña brizna de carbón...

“Se están actualizan­do las entregas”, anunciaba un padre de un niño de apenas tres años, al que llevaba de la mano y que se había quedado plantado poco después de las once y media de la mañana delante de un panel como el de los aeropuerto­s que, cada pocos segundos, se iba actualizan­do con un nuevo destino: el nombre de un niño, un código postal... “El ritmo es frenético”, parecía decir con la mirada uno de los muchos ayudantes de Sus Majestades que, esparcidos por todo el recinto –unos 10.000 metros cuadrados– vigilaban que se respetara la distancia, que no hubiera aglomeraci­ones para hacerse selfies o fotos delante de la temible –por lo que significa, no porque dé miedo– entrada a la mina de carbón o delante del algún animal fantástico que estos días abundan más en el exterior del Museu de Ciències Natural que dentro: es lo que tienen los campamento­s mágicos.

“¡Allí están los regalos!”, anunciaba otra niña señalando a un enorme contenedor de barco con varias cajas con caretas de Spiderman, mientras que un par de ayudantes más, cogían al vuelo dos cajas, vacías, empujadas por el viento. Aunque la ventisca no evitaba que madres, padres, abuelos y abuelas retrataran a los primeros pequeños posando delante de una cebra, un tiovivo, los contenedor­es llenos de regalos y de otros con las vestimenta­s de los pajes reales... Y que algún que otro niño fotografia­ra también a sus respectivo­s adultos delante de la sala de las estrellas, de la carroza del rey Gaspar, de una jirafa... O de un enorme dormitorio infantil, uno de los lugares más propicios para forjar algunos de los más sólidos sueños y que también forma parte del campamento.

Expresione­s de sorpresa, sonrisas, cara de frío (el viento daba fuerte) y rostros más serios al llegar a la zona más oscura: la del carbón. Si bien una voz, apuntaba casi al momento que el mineral era dulce. “¿Pero no es mucho carbón?”, preguntaba una niña mientras su madre se encogía de hombros ante unos camastros de mineros, por las mañana vacíos: la negra actividad minera también se ha trasladado estos días al Fòrum.

Una visita de 700 metros lineales, con un control de aforo continuo, en donde los más pequeños de todos, en el tramo final, pueden depositar su chupete y todos los asistentes, si así lo desean, su carta a los Reyes si aún no lo han hecho: tan solo las han de dejar en unas cintas que, como todo lo demás, son mágicas.

La Covid ha hecho que el aforo se haya limitado a 350 personas cada media hora, con cita previa, para visitar un campamento que no se levantará hasta el 4 de enero (en total se esperan 45.000 personas). Aunque ayer, el viento hizo que se cerrara de manera preventiva cuando solo habían entrado 300 personas. Las más de 7.000 que no lo pudieron visitar ayer lo podrán hacer los próximos días (solo el día 31 de diciembre y el 1 de enero estará cerrado) con el acceso correspond­iente al lunes 28.

El fuerte viento también obligó a cerrar la Feria de Navidad de plaza Catalunya y la de Gran Vía.

Las 7.000 personas que ayer no pudieron acceder al recinto del Fòrum podrán usar la misma entrada

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CÉSAR RANGEL La zona de entrega de cartas, ayer, en el momento que las instalacio­nes se cerraron por el fuente viento

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