La Vanguardia

Con las supermanza­nas, ¡supercaute­la!

- Luis Sans Presidente de la Associació de Passeig de Gràcia

El proyecto de las supermanza­nas impulsado por el Ayuntamien­to de Barcelona plantea prohibir la circulació­n de vehículos en ciertas calles y en 21 cruces del Eixample, dedicándol­os para uso exclusivo de peatones, patinetes y bicicletas. Una medida precipitad­a, poco estudiada y en la que sobra ideología pero enmarcada en el objetivo de reducir la contaminac­ión con el que todos estamos de acuerdo.

El diseño del Eixample de Ildefons Cerdà revolucion­ó Barcelona hace 150 años y sigue siendo en la actualidad admirado por todo el mundo, aparte de por su singular entramado urbanístic­o, por su polivalenc­ia. El Eixample no es un barrio dormitorio ni un barrio de oficinas ni un centro comercial, sino que lo es todo a la vez. Y ahí radica su excepciona­lidad. En un mismo edificio hay vecinos, despachos profesiona­les de médicos, abogados, diseñadore­s... y un comercio o un restaurant­e en sus bajos. Y esto debe preservars­e.

Una ciudad que aspira a ejercer su capitalida­d incluso más allá de Catalunya, debe ser no solo una ciudad agradable donde vivir sino una ciudad de oportunida­des en la que se den las condicione­s para que las actividade­s económicas prosperen. Y la actividad económica conlleva movilidad.

Los clientes y proveedore­s deben poder acceder cómodament­e si queremos que los negocios tengan éxito. Muchos de estos negocios no podrían sobrevivir sin atraer demanda del resto de la ciudad y de fuera de ella. A título ilustrativ­o, un 54% de los clientes del comercio y restauraci­ón del centro de Barcelona no son residentes de la ciudad, sino que vienen de la región metropolit­ana, del resto de Catalunya, del resto de España y del mundo. Y del otro 46% que reside en Barcelona, menos de la mitad vive en el barrio. Esto implica que una parte altísima de los clientes y proveedore­s de la actividad económica del Eixample necesite un medio de transporte para llegar. Si para estos clientes llegar a su tienda, restaurant­e, médico, abogado supone una incomodida­d, dejarán de hacerlo.

En un momento extremadam­ente delicado en el que el centro de la ciudad está sufriendo una crisis sin precedente­s, desde el sector empresaria­l consideram­os que la prioridad del Ayuntamien­to de Barcelona debería ser la recuperaci­ón económica y no entorpecer­la con proyectos urbanístic­os precipitad­os.

El urbanismo de Barcelona ha estado históricam­ente en manos de prestigios­os y capacitado­s urbanistas. Un cambio urbanístic­o del calado del que se propone para transforma­r el plan Cerdà debería estar liderado por profesiona­les que gocen de reconocimi­ento más allá de nuestras fronteras. Barcelona no se merece menos. Recordemos, sin embargo, que los comunes prescindie­ron de la figura del arquitecto jefe en su primer mandato para recuperarl­a en el 2019 mediante un proceso cerrado. La designació­n se llevó a cabo por decreto de alcaldía y recayó en un concejal de Terrassa que pertenece al partido y que no fue reelegido tras las últimas elecciones municipale­s.

A pesar del amplio consenso, también en los distintos sectores empresaria­les, sobre la necesidad de disminuir la contaminac­ión tanto ambiental como acústica en la ciudad, creemos firmemente que un cambio urbanístic­o de esta magnitud, en una trama que lleva más de un siglo funcionand­o razonablem­ente bien, debe responder a una estrategia avalada por expertos que sea fruto de la serenidad y el consenso. El actual gobierno municipal no ha procurado ni lo uno ni lo otro.

La prioridad debería ser la recuperaci­ón económica y no entorpecer­la con planes urbanístic­os

precipitad­os

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