La Vanguardia

Vendaval hacia la final

El Barça, guiado por Mem (8 goles) y Pálmarsson (6), optará a su 10.º cetro

- TONI LÓPEZ JORDÀ

No falló el Barça a su cita con la final de la Champions. El conjunto blaugrana estuvo a la altura de su trayectori­a impoluta, de su pedigrí y su talento para doblegar con su velocidad al ricachón PSG y plantarse en su quinta final en las 11 ediciones disputadas bajo el formato de final a cuatro en el Lanxess Arena de Colonia. Su 10.ª corona continenta­l está a tiro.

A pesar de tratarse de uno de los mejores duelos que puede verse en el balonmano mundial, Barça y PSG llegaban a la semifinal en condicione­s desiguales. Los blaugrana, en plenitud anímica, con un pleno en el actual curso (8 de 8), con récord de 21 victorias consecutiv­as en Europa, y todos sus efectivos disponible­s, recuperado también Aron Pálmarsson de su lesión en la rodilla izquierda. El PSG, por el contrario, sin su referente Niko Karabatic, lesionado desde octubre, tenía las bajas de última hora por covid de Luc Steins –el relevo holandés de Niko– y el pivote Toft Hansen.

Aun así, fue el PSG quien llevó la iniciativa en el arranque, mucho mejor asentado y con más acierto. El Barça, algo atenazado de salida, o demasiado respetuoso con el rival, necesitó más de 10 minutos para centrarse y ajustar sus piezas. De este inicio desigual resultó la mayor ventaja parisina de un +3 (4-7, 5-8) que empezaba a poner en aprietos a los blaugrana. No les funcionaba ni la defensa, poco contundent­e y con un Gonzalo Pérez de Vargas poco lúcido, ni el ataque, ya que Raúl González supo frenar la velocidad de las transicion­es catalanas.

Necesitaba el Barça un retoque para no irse del partido, y el punto de inflexión lo encontró en el cambio en la portería. Pasqui dio entrada a Kevin Møller en el minuto 12, con el 7-9, viendo que Gonzalo no tenía su tarde (1 parada en 10 lanzamient­os), y fue mano de santo. Con el danés bajo palos, el Barça espabiló y empezó a carburar. Se subió a los hombros de un Dika Mem que anotó 5 goles para lanzar a su equipo a la remontada.

El Barça, que no levantaba el polvo del suelo, se convirtió en un vendaval empujado por su velocidad letal, en las contras y en la circulació­n. Mem y Janc eran las flechas que ejecutaban los contragolp­es que lanzaban magistralm­ente Pálmarsson –sin rastro de su lesión– o Cindric. De este modo, el Barça endosó un parcial de 6-2 que le puso por delante por primera vez, el 11-10 (m. 17). González tenía que pedir tiempo para atajar la sangría.

Tras la interrupci­ón, el Barça siguió con la apisonador­a, conducida por un Møller descomunal. El portero danés se apuntó 7 paradas en los 18 minutos que estuvo en pista en el primer tiempo (14 en total y un 39% de acierto) y se convirtió en un muro infranquea­ble, artífice de la reacción blaugrana, mientras que entre Janc y Mem mantenían la renta de 4 goles hasta el descanso (18-14). Los de Pascual habían levantado ocho goles (de un -3 a un +5). Tenían al PSG tocado. Faltaba hundirlo.

Tras pasar por vestuarios, el Barça apareció en el parquet del Lanxess Arena mudo y gélido decidido a sentenciar por la vía rápida. Pese a errar dos penaltis seguidos Aleix Gómez –le adivinó la intención Gerard–, Pálmarsson mantenía la renta con sus misiles. Una ventaja que crecía hasta los 6 goles (23-17, 24-18), incluido un tanto espectacul­ar de portería a portería de Møller.

Pero la renta fue menguando, en gran medida por la buena actuación del extremo Nahi, autor de 9 goles, que mantuvo con vida a un PSG que se iba quedando sin cuerda ante la variedad y calidad de banquillo azulgrana. Aun así, los franceses llegaron a acercarse a 3 goles a falta de 15 minutos (27-24).

Y ahí se acabó la semifinal. Pasqui pidió tiempo, puso orden y su equipo recuperó el mando. N’guessan apareció con su brazo armado y un parcial de 3-0 llevó a un +6 tranquiliz­ador (31-25) a falta de 10 minutos. En el tramo final, el Barça manejó la renta a su antojo, llegó a dominar de 7 goles (33-26, 37-30 de Cindric) y se permitió relajarse en los últimos minutos reservando fuerzas para la final, la 14.ª de su historia, que debe llevar a la ansiada décima.

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FRIEDEMANN VOGEL / EFE Luka Cindric y Dika Mem celebran un gol ante Barbeito y Blaz Janc

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