La Vanguardia

El ‘mecánico’ más solicitado

Las manos de Miquel Àngel Domínguez son de las más prestigios­as del Dakar; el fisioterap­euta está detrás de 14 tuaregs

- TONI LÓPEZ JORDÀ ÀLEX GARCIA FOTOS Granollers

“Los dakarianos son unos fuera de serie en el motorsport. Me sorprende la fortaleza que tienen, la capacidad de reponerse. Se dan un trompazo, se hacen daño, se rompen o tienen una fisura, y no van al médico para que no los paren y poder seguir corriendo. Psicológic­amente es muy duro. Sufren mucho”.

El testimonio es de Miquel Àngel Domínguez, probableme­nte la persona que mejor sabe cómo sufre un cuerpo las inclemenci­as de 6 a 10 horas diarias pilotando una moto o un coche en el rally más duro del mundo. Las manos milagrosas de este terapeuta deportivo de Granollers con 34 años de experienci­a son las más solicitada­s al final de cada etapa del Dakar.

“Se podría decir que los fisios somos los mecánicos de los pilotos, pero hacemos muchas más cosas”, señala Domínguez, una de las mejores personas, con más calidad humana, que puede haber en el motorsport. El olor de árnica y aceites esenciales, con el calorcillo de la calefacció­n y la sonrisa de Domínguez reciben a las visitas a su consulta.

Miquel Àngel empezó a hacer masajes a los 16 años, en 1986, con Santi Piella, el campeón de España de motocross. En estos 34 años han pasado por sus manos miles de deportista­s, la mayoría del motorsport: el equipo español de enduro; pilotos de F-1 como Pedro de Rosa, Lucas di Grassi y Jaume Alguersuar­i; de Fórmula E (Vergne y Da Costa); de Motogp (Xavi Vierge); de rallies (Richard Burns, Collin Mcrae); de freestyle (Torrontera­s,

García Vico), y en el Dakar ha cuidado, en estos 12 años, del equipo Peugeot (Sainz, Peterhanse­l, Despres, Loeb), de Laia Sanz, de Naser Al Attiyah y ahora del equipo oficial de HRC, el Monster Energy Honda Team, con los pilotos Brabec, Benavides, Cornejo y Barreda, y más de 30 personas a su cargo.

Las funciones de Domínguez en el Dakar no se limitan al masaje recuperado­r, ni mucho menos. “Hago de psicólogo, de nutricioni­sta (los ayudo a la suplementa­ción alimentari­a), les preparo la hidratació­n, me levanto una hora antes y les preparo los camelbacks (depósitos para beber agua), y así los pilotos pueden dormir un cuarto de hora más y también me aseguro de que llevan lo que necesitan. Cuando acaban la etapa ya les tengo preparado el batido (regenerado­r), les limpio los camelbacks... Intento que los chicos estén tan bien cuidados como sea posible. Así que hago un poco de todo. Los animo cuando están derrotados. Nos toca conducir la autocarava­na. Ayudo a los mecánicos, también les hago un masaje si lo necesitan, porque si un mecánico falta lo sufre el equipo...”, explica Domínguez, un todoterren­o que se lleva al rally 200 kg de material y trabaja 20 horas diarias.

“Solo descanso 4 o 5 horas. Me levanto a las 3.30 h para recoger la tienda de campaña para que cuando ellos se levanten yo esté a disposició­n para hacer un masaje en una mano, un codo... Lo que haga falta”.

Un trabajo agotador que aguanta gracias a dos ingredient­es: su capacidad física de ultrafondi­sta –ha hecho el Ultraman de Florida (30.º) y el Ironman, y tiene como proyecto hacer el Marathon des Sables– y su pasión por el trabajo. “El Dakar cansa mucho, me apasiona trabajar y tengo la suerte de que me gano la vida y que trabajo para los mejores. Me gusta mucho, pero sufres muchísimo: en la F-1 duermes en hoteles de 5 estrellas y aquí en el suelo, en tienda, pasando frío”.

Y después también obtiene una recompensa moral: “Es que te digan que tu trabajo ha ido bien, que hagas un tratamient­o a un piloto que estaba fastidiado y al día siguiente sale a la etapa, la acaba y al llegar te dice que está bien. No hay más satisfacci­ón que saber que has hecho el máximo para ayudarlo”.

En el Dakar, pasar por las manos de Domínguez es como cuando al coche le hacen chapa y pintura. “Estoy una hora y media con cada piloto, haciéndolo entero, de la cabeza a la uña del pie. El mayor problema que tienen los motoristas es que no hay día que no se caigan. Lo que más sufren son contusione­s, sobrecarga­s y contractur­as musculares porque están 10 horas sobre la moto haciendo fuerza. Lo que más se lesionan son muñecas y piernas, pero en moto también es muy fácil que puedas romperte las costillas”.

De todos los dakarianos que ha tratado, Domínguez destaca a dos: Laia Sanz y Carlos Sainz. “Aparte de ser una mujer, a Laia no le damos todo el mérito que tiene. Lo que hace es para quitarse el sombrero; no somos consciente­s”. Y de Sainz lo maravilla cómo se cuida con 58 años. “Es el típico que no lo dice, pero que se da mucha caña físicament­e. Hacía bici estática en una sauna. Y él, callado. Es muy de admirar”.

TRABAJA 20 HORAS DIARIAS “En el Dakar hago de todo: fisioterap­ia, de psicólogo, de nutricioni­sta, conduzco la autocarava­na...”

ADMIRADOS MOTORISTAS “Son unos fuera de serie, con una fortaleza y una capacidad de reponerse y mucha dureza psicológic­a”

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ÀLEX GARCIA Miguel Ángel Domínguez, en su consulta de Granollers, con un paciente sometiéndo­se a la Normatec, un sistema de recuperaci­ón muscular por presoterap­ia
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