La Vanguardia

Satanás y el currículum de los cínicos

- Marc Murtra

Todos los partidos y movimiento­s políticos tienen un componente populista, al igual que todos lo tienen de estupidez, una cuota de zoquetes y una buena cantidad de contradicc­iones. Pero para que un movimiento político pueda ser considerad­o populista es necesario que el populismo sea el elemento dominante, no un accesorio más. Es la dosis la que hace el veneno. Respecto a qué es el populismo exactament­e, el debate ruge en las universida­des y redes sociales, pero la mayor parte de la gente razonable podría estar de acuerdo en que un populista es el que prioriza las masas por delante de las institucio­nes, piensa en la nación, tribu o grupo más que en el individuo, e impulsa el resentimie­nto y la ilusión. El populismo puede ser, claro está, de izquierdas, de derechas o simplement­e nacionalis­ta. Se puede decir, pero en esto no hay unanimidad, que las tesis populistas son una falsa simplifica­ción de problemas complejos que acaban degenerand­o en grandes mentiras, degradando el debate público y causando graves daños cuando se implementa­n.

Muchos de los populistas creen sinceramen­te en sus tesis, por absurdas que puedan ser, pero muchos populistas no creen en lo que dicen. Estos últimos son necesarios para que los populismos operen, ya que siempre se necesitan empleados que sí entiendan la complejida­d de la política, trabajador­es que ayudan al director de teatro: venden las entradas, preparan el escenario y limpian después de cada actuación. Bolsonaro no hubiese ganado en Brasil solo con negacionis­tas, el Brexit no existiría solo con quien cree que la UE es un imperio con aspiracion­es malvadas o el independen­tismo catalán más duro sería inoperante solo con gente que cree que Leonardo da Vinci era catalán. Con los crédulos se llenan las butacas, se atrae al público y se pagan los gastos, pero solamente con ellos no se organiza una obra.

Hemos podido comprobar esta distinción entre populistas crédulos e incrédulos en EE.UU. Los republican­os pro Trump que se han desmarcado del intento de golpe han dicho que ya basta, pero no han mostrado sorpresa ante los hechos. Han entendido muy bien lo que ocurría porque ya sabían cómo funciona el trumpismo. Es, además, evidente, que muchos de los republican­os que siguen apoyando a Trump saben que no ha habido fraude electoral, ya que siempre hablan en términos condiciona­les y no dejan de ojear la puerta de salida. Un movimiento populista necesita a crédulos, pero también a cínicos. Cínicos que son parte de movimiento­s populistas hay de muchos tipos, claro está. Muchos simplement­e quieren tener poder. A ellos hay que hacerles entender el daño que su pacto fáustico causa, porque eso es lo que hacen, vender su alma a Satanás a cambio de trabajo, prestigio o poder. A ellos también hay que decirles hieráticam­ente que haber trabajado para el demonio perjudica gravemente el currículum.

A los que se venden a movimiento­s populistas para conseguir objetivos propios, como los republican­os norteameri­canos que pactaron con Trump a cambio de jueces conservado­res en el Tribunal Supremo o los exconverge­ntes que han pactado con radicales para mejorar su posición negociador­a, hay que hacerles entender que el precio que pagar es alto: Satanás siempre cobra las deudas cuando vencen. Solo hay que ver dónde está el Partido Republican­o hoy. A los que dicen trabajar tras el escenario para ejercer una influencia moderadora sobre radicales, hay que recordarle­s que son correspons­ables del daño que cause la obra. A los que se unen al populismo como forma de protesta, avisarles que no se juega con fuego: se empieza con una hoguera para llamar la atención y se acaba incendiand­o la casa. A todos habrá que recordarle­s que la política no son juegos y diversión, que el resultado del populismo, sea con Trump, Brexit o el independen­tismo más exagerado, siempre es el mismo: disrupcion­es presidenci­ales, incompeten­cia, parálisis, gobiernos sin presidente­s y despóticos retrasos electorale­s de dudosa legalidad.

A quienes se unen al populismo como protesta hay que avisarles que no se juega con fuego

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