Se cumplen 50 años de la boda de Julio Iglesias con Isabel Preysler
Julio Iglesias se casó con la joven filipina Isabel Preysler el 20 de enero de 1971 en Illescas
“En este momento vuestra vida se convierte en historia y, por lo tanto, vuestra vida no sigue igual”, esas fueron las evocadoras palabras del padre José Aguilera un día como hoy pero hace 50 años, cuando se daban el “sí, quiero” una joven belleza filipina casi recién llegada de su país con poca importancia en la sociedad madrileña y un cantante eurovisivo cuyos primeros pasos en el mundo de la música aún no vaticinaban el éxito internacional que alcanzaría más tarde. Sin haber aún cumplido 20 años y después de solo siete meses de noviazgo, Isabel Preysler se casó por el rito católico con Julio Iglesias el 20 de enero de 1971 en Illescas, Toledo.
La boda fue un poco desastre. El intercambio de anillos tuvo lugar en medio de una lluvia de flashes, algo que predecía lo que iba a ser la vida de la protagonista a partir de ese día. De la boda, Preysler escribiría tiempo después en sus memorias publicadas en ¡Hola! en 1981, que fue, por la prensa congregada en el lugar, “un maremágnum en el que resultaba casi imposible al sacerdote oficiar la ceremonia y a nosotros encontrar con la mirada a familiares y amigos”.
No estaba previsto que esa tarde también lloviese de verdad, y no había un plan B para el oficio, así que, los invitados, mientras Isabel (que ahora tiene 69 años) y Julio (de 77) se convertían en marido y mujer, tuvieron que apiñarse de pie en las cercanías del altar, el único lugar cubierto de esa veraniega capilla usada en pleno invierno.
Como sucede en general en los asuntos que rodean a la vida privada de cada uno, de todo hay una versión oficial y otra extraoficial. Preysler defendió por muchos años que se casó por amor, y quizás fuera así, pero después de décadas defendiéndolo, en 2014 reconoció en Vanity Fair que “podría decir que nos casamos enamorados y sería verdad, pero lo cierto es que me quedé embarazada”.
El ramo nupcial mustio y la discreta pero incipiente tripa que se intuye en algunas fotografías bajo su clásico vestido de novia –realizado en crepe de seda con una banda ancha de raso ciñendo la cintura, por el modisto Pedro Rodríguez–, acababan de sumarse al elenco de invitados no deseados.
Otro secreto destapado con los años fue la no asistencia del padre de la novia al enlace, pues, para Carlos Preysler, que su hija se casase con un cantante era casi igual que lo hiciera con un artista de circo. Por error o para no levantar polémicas, según el reportaje que firmó Jaime Peñafiel para ese ejemplar ya amarillento de la revista ¡Hola!, el padre de la novia estuvo presente y fue el padrino de la boda, pero el de las fotografías acompañando a la novia al altar es realmente el tío materno de Preysler, José María Arrastia. El padre real se quedó en Filipinas.
Novia mojada, novia afortunada, dicen, y muchos lo confirmarían acerca de este enlace que dio lugar al nacimiento una leyenda viva del papel cuché como es Preysler hoy.
La boda se celebró después de siete meses de relación y la novia estaba embarazada
“Tendré más portadas que tú”, se rumorea que espetó Preysler al darle portazo al cantante, y parece que tenía razón. La pareja estuvo casada casi siete años en los que tuvieron tres hijos: Chábeli, Julio José y Enrique Iglesias. Se divorciaron en 1978, cuando al intérprete le llovían contratos multimillonarios. Fue el divorcio más mediático de la época, causado por el hastío de Preysler por las infidelidades de él.
Si bien se ha tachado en ocasiones a Preysler de cazafortunas, ese es un relato injusto. Cuando se casó con el eurovisivo cantante cuya carrera no había despegado aún, ella prometía ser una de las chicas de moda de Madrid, con amigas tan respetables entonces como Carmen Martínez-bordiú. Tras su divorcio contrajo segundas nupcias con un marqués, que en aquella época tenía tierras pero no empresas. Y en el momento de su tercer matrimonio, con Miguel Boyer, el más duradero, ella ya era una maestra de la publicidad y de las apariciones públicas, y superaba en ingresos a un ministro de un gobierno socialista.