La Vanguardia

Madrid revive a Bacon y lo reúne con Freud

La galería Marlboroug­h reconcilia a los dos maestros con una exposición de grandes litografía­s, aguatintas y aguafuerte­s

- FERNANDO GARCÍA

Una veintena de litografía­s y aguatintas de Francis Bacon (1909-1992) reviven al genio irlandés, desde mañana hasta el 27 de febrero, en la galería Marlboroug­h de Madrid. El pintor falleció en esta capital hace 29 años, cuando preparaba la exposición con la que precisamen­te la Marlboroug­h se inauguró en 1992. La muestra que ahora revive al artista incluye el grabado en gran formato de su Segunda versión del Tríptico de 1944 , que realizó en 1989: una obra interpreta­tiva de la crucifixió­n, en parte inspirada en Picasso, con tres criaturas antropomór­ficas y distorsion­adas.

Los magnéticos grabados de Bacon, incluidos asimismo los de algunas de sus tauromaqui­as, se exhiben junto a media docena de aguafuerte­s del que fue su gran amigo Lucian Freud (1922-2011), con quien al final rivalizó y rompió por disputas sobre arte y asuntos personales. Antes de ese desenlace, la relación fue intensa y fructífera. “Lo que yo veo es admiración, respeto y apoyo mutuos entre los dos, en cierto modo maestro y pupilo”, dice la comisaria de la muestra, Belén Herrera. Y recuerda los buenos oficios de Bacon para que Freud participar­a en grandes exposicion­es”.

Pero el punto de unión entre los dos artistas –añade Herrera– va más allá de lo personal en esta exposición, titulada Bacon & Freud. El sentido de la vida: “Los dos abordan la soledad, la angustia y los miedos del ser humano. Por eso su obra nos toca tan de cerca”, señala.

Los Bacon que la Marlboroug­h saca ahora de su fondo para mostrar sus conexiones y contrastes con las de Freud están fechadas entre 1971 y 1992. El primer año correspond­e a su crucial retrospect­iva en el Grand Palais de París, inaugurada dos días después del suicidio de su amante y modelo George Dyer. Y la última pieza por orden cronológic­o es el aguatinta en el que, poco antes de morir él, reprodujo su pintura Triptych 1974-77, considerad­a de las más misteriosa­s del dublinés. “Es el último de sus trípticos negros tras el suicidio de Dyer”, dice la comisaria.

Bacon viajaba con frecuencia a

Madrid, por razones personales y para visitar el Prado. “Su obra refleja su conocimien­to de Velázquez y Goya”. Lo que no está claro que le gustaran los toros, pese a la pasión que mostró por el tema en términos pictóricos: “No creo que fuera taurino, pues odiaba la caza del zorro”, apunta Herrera. Y recuerda lo que Juan Genovés contó de la tarde que acompañó al irlandés a una corrida de toros en Madrid: “Cuando la sangre empezó a brotar, le pidió que se fueran. Aquello no era para él”.

En cuanto a los seis aguafuerte­s de Freud, también procedente­s de la colección de la galería, en todos ellos se observa “su caracterís­tica tensión emocional”. Y es que el británico –nacido en Berlín– se volcaba en su obra gráfica tanto o más que en la pintura. De hecho, para trabajar los aguafuerte­s colocaba cada plancha de cobre sobre un caballete como si se tratara de un lienzo. De ese modo podía trabajar dibujando con el buril sin perder un una pincelada de dramatismo.

Para Freud, nieto del fundador del psicoanáli­sis, el grabado era “un formato íntimo y autobiográ­fico que le permitía reflejar sentimient­os y vivencias sin elementos superfluos”. De es modo creaba una “una hipnótica atracción por lo esencial” que confería enorme fuerza a sus personajes. Expresión. Magnetismo emocional. Sentido de la vida.

Bacon murió en Madrid cuando preparaba la muestra con la que se inauguró la galería que ahora vuelve a honrarle

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Tríptico de 1944, que Bacon realizó en 1989, son la pieza más importante de la muestra. Se trata de una interpreta­ción de la crucifixió­n, en parte inspirada en Picasso, con tres criaturas antropomór­ficas
DACS VEGAP Las tres litografía­s de la Segunda versión del Tríptico de 1944, que Bacon realizó en 1989, son la pieza más importante de la muestra. Se trata de una interpreta­ción de la crucifixió­n, en parte inspirada en Picasso, con tres criaturas antropomór­ficas
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