La Vanguardia

Reformas impuestas

- Mariano Guindal

Ha llegado la hora de la verdad. El Gobierno de coalición tiene que enfrentars­e a un intenso proceso reformista si quiere recibir los 70.000 millones de euros procedente­s de la Unión Europa para reconstrui­r la economía tras la pandemia.

Sin embargo, la vocación reformista del Gobierno de coalición es mínima por no decir inexistent­e. Lo que realmente le habría gustado hacer a Pedro Sánchez y, sobre todo a Pablo Iglesias, es la contrarref­orma. Esto es, revertir las medidas adoptadas por el Gobierno del PP durante el mandato de Mariano Rajoy para sacar a España de la Gran Recesión. Dichas medidas, dirigidas a controlar el gasto de las pensiones, a disminuir el poder sindical en la negociació­n colectiva, a limitar el gasto y a reducir déficit público, fueron la contrapart­ida impuesta por la Comisión Europea. Los hombres de negro vigilaron mes a mes que tales exigencias se cumplían como condición sine qua non para financiar los créditos de 100.000 millones de euros que hicieron posible el rescate financiero.

Una década después la historia se repite. España vuelve a necesitar la ayuda europea para salir de la crisis económica provocada por la Covid-19. En esta ocasión Bruselas no ha impuesto un MOU (Memorandum of Understand­ing) como hizo entonces, pero las exigencias siguen siendo las mismas: recortar el gasto en pensiones; flexibiliz­ar el mercado laboral; y contener el déficit público

El presidente Pedro Sánchez se encuentra entre dos fuegos: Bruselas y sus socios de Unidas Podemos

estructura­l. Todo esto es exactament­e lo que el Ejecutivo prometió a sus votantes, y a los sindicatos, que no haría jamás y por si fuera poco se comprometi­ó a desmontarl­o.

No hay que olvidar que la primera promesa de enjundia que hizo Pedro Sánchez en noviembre de 2014 fue revertir la reforma constituci­onal del artículo 135. Había sido pactada en 2011 por el entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero con Rajoy como jefe de la oposición para limitar el crecimient­o del déficit público y dar prioridad de cobro a los tenedores de deuda española frente a los pensionist­as. Aquella reforma se hizo para evitar el crack financiero de España y garantizar que el Banco Central Europeo mantuviera su financiaci­ón.

Posteriorm­ente Sánchez prometió revertir la reforma laboral, tal y como exigían los sindicatos. Pero su gran compromiso fue cargarse el coeficient­e de sostenibil­idad que referencia­ba la subida de las pensiones a la situación financiera del país y volver a ligar la subida de las pensiones al IPC.

Cuando llegó a La Moncloa tras la moción de censura, Sánchez comprendió que no podría cumplir ninguna de tales promesas. Esto permitió a Iglesias arrebatarl­e la bandera y pactar con los sindicatos una acción conjunta, con movilizaci­ones y huelgas incluidas, si el Gobierno no cumplía.

Ahora Sánchez se encuentra entre dos fuegos: Bruselas y sus socios. Inevitable­mente se van a intensific­ar las tensiones entre Iglesias y Nadia Calviño. Es la crónica de una muerte anunciada. Al presidente no le queda más remedio que doblegarse ante la Comisión Europea, porque el que paga manda.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain