El BCE teme que los rebrotes provoquen una doble recesión
El BCE mantiene intacto su plan de choque contra la crisis al menos hasta marzo
Los rebrotes de la pandemia a finales del 2020 y al inicio de este año han ralentizado la recuperación y hacen temer al Banco Central Europeo (BCE) una doble recesión.
El panorama no está despejado y habrá que seguir muy de cerca la evolución de la economía de la eurozona antes que tomar nuevas decisiones. El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidió ayer no tocar los tipos de interés ni añadir medidas de estímulo o modificar alguna de las existentes para acelerar el crecimiento o adelantar la llegada de la anhelada inflación. Seis semanas después de elevar el programa de compra de bonos hasta los 1,85 billones de euros, toca esperar, ver y –para quien se anime– hasta rezar. No queda otra.
“Los datos económicos sugieren que los rebrotes de la pandemia y la intensificación de las medidas de contención probablemente hayan llevado a una disminución de la actividad en el cuarto trimestre del 2020 y también se espera que influyan en la actividad en el primer trimestre de este año”, dijo Christine Lagarde, presidenta del BCE, en la rueda de prensa telemática desde Frankfurt. La doble recesión se ha convertido en una seria amenaza en un momento en el que se avecinan semanas muy duras desde el punto de vista sanitario, lo que tendrá un inevitable impacto sobre la economía.
La próxima reunión del BCE será el 11 de marzo, justo cuando se cumplirán cinco años de los tipos de interés al 0% en la eurozona. Será el momento de examinar la situación con nuevos datos y recalibrar el tremendo arsenal desplegado por el banco central de cara a la primavera y al resto del año. Lagarde y el resto de gobernadores saben hoy que la eurozona cayó alrededor de un 4% en el 2020, que la inflación permanece hundida en el -0,3%
–muy lejos del 2% que es objetivo del banco central– y que el desempleo en el club del euro supera el 8% de la población activa.
Estas cifras hacen evidente que los estímulos que puso sobre la mesa el BCE el 2020 –y que le llevaron a engordar su balance desde los 4,8 billones de principios de año a los 7 billones actuales, casi un 50% más– han servido para evitar una crisis de dimensiones cósmicas. Para poco más.
El consumo no arranca. La inversión, tampoco. Solo la liquidez sin límite y el gasto público no son suficientes. “Las noticias sobre las perspectivas de la economía mundial, el acuerdo sobre las relaciones futuras entre la UE y el Reino Unido y el inicio de las campañas de vacunación son alentadoras, pero la pandemia y sus implicaciones para las condiciones económicas y financieras siguen siendo fuentes de riesgo a la baja”, resumió Lagarde, con total realismo.
Las bolsas reflejan la nueva incertidumbre. El Ibex cayó ayer un 1% y los principales mercados europeos registraron pérdidas
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–que se refiere a inversores en pymes que están en sus fases iniciales de crecimiento– fue en el 2020 el mayor dinamizador respecto al número de operaciones, con un volumen de 750 millones de euros, un 4% más, en un total de 624 inversiones, lo que supone un crecimiento del 6% interanual y supera todos los máximos precedentes. La patronal atribuyó esto en parte al elevado número de operaciones por encima de los 10 millones de euros.
En el siguiente escalón por tamaño, las operaciones con una inversión en capital de entre 10 millones y 100 millones de euros continuaron reflejando un gran dinamismo en el 2020. Según las cifras de Ascri, se mantuvo el máximo histórico en términos de volumen, con casi 2.000 millones de euros invertidos, y se superaron todos los récords por lo que respecta al número de operaciones, con 79 inversiones realizadas el año pasado. Este año, habrá más. Pese a la pandemia, las gestoras lograron levantar fondos por más de 2.000 millones (un 6% más). No falta dinero, faltan proyectos. La alta competencia presionará, previsiblemente, a los precios al alza.