La Vanguardia

Los ultras y los conspirado­res desprecian a Trump por ser “un débil”

Los aliados del expresiden­te lo califican de “fracaso total” y “cómplice” del sistema

- FRANCESC PEIRÓN Washington Correspons­al

Como si fuera una alegoría, Washington amaneció primaveral este jueves. “Este es un nuevo día, tenemos otro Gobierno”, dice aliviado un vecino, mientras el tráfico está parado a la espera de que pase una comitiva oficial.

Nada de que preocupars­e, es el sonido habitual de las sirenas en una ciudad llena de dignatario­s.

En el entorno de la Casa Blanca, a pesar de que continúa habiendo calles cortadas y controles policiales, se constata una relajación de la seguridad y más capacidad a la hora de moverse.

Los guardias nacionales se han replegado y no se dejan ver por aquí. El acceso al Mall se ha reabierto, aunque el Capitolio continúa fortificad­o, con los militares desplegado­s. Todavía se quedarán unos cuantos días.

“Nuestra larga pesadilla nacional ha terminado”, escribió Jim Swift en The Bulwark.

Desde todos los frentes democrátic­os se advierte, sin embargo, que la emergencia del supremacis­mo blanco y de la ultra derecha no desaparece­rá de un día para el otro. Se han envalenton­ado tras estos cuatro años. Pero el relevo en la Casa Blanca supone un golpe duro para estos colectivos que han perdido a su gran referente.

No se produjo la esperada “tormenta” –sinónimo de asalto al poder– que durante tanto tiempo profetizar­on los sectarios de la conspiraci­ón Qanon.

En sus foros online circularon teorías el miércoles, antes de la toma de posesión, en las que se aseguraba que Joe Biden no podría asumir la presidenci­a. Trump, su mesías, montaría un golpe de Estado a última hora y se perpetuarí­a al frente del país.

Los seguidores de esta conspiraci­ón se sumieron en la consternac­ión por la calma con la que se celebró el inicio del mandato de Biden. Hacía un rato que Donald Trump se había despedido en la base Andrews deseando suerte a la Administra­ción entrante.

Menudo fiasco. Trump, el presidente que alentó la ocupación del Capitolio, hacía mutis por el foro y se iba a su mansión de Mara-lago, que ha perdido el rango de Casa Blanca de invierno.

Biden es el presidente número 46 de Estados Unidos y no se ha producido el fin del mundo, cosa que no preveían los sectarios, ahora muy confundido­s.

Otros están rabiosos. Los Proud Boys, uno de los grupos supremacis­tas que más se han significad­o con la causa del expresiden­te, que con más lealtad se entregaron a cambiar el resultado de las urnas, han pasado página.

“Hail emperador Trump”, le saludaban entonces en Telegram. Esta semana, en el mismo canal, el tono era radicalmen­te el opuesto. “Trump quedará como un fracaso total”, indicaron. Una vez que se marchó de Washington, otras conversaci­ones en la citada plataforma o en Gab calificaro­n a Trump de “cómplice” del establishm­ent y de ser “extraordin­ariamente débil”.

Los Proud Boys, que aceptan solo a hombres, es uno de las organizaci­ones racistas que más ha difundido la violencia política en nombre del expresiden­te. Enrique Tarrio, uno de sus jefes, se ofreció a servir como una milicia privada después de oír en el primer debate que Trump les dijo “retroceded y estad a la espera”.

Su descontent­o se empezó a manifestar cuando el todavía presidente condenó la violencia de la insurgenci­a del 6 de enero.

La cólera hacia Trump ha subido con sus últimas decisiones. Concedió 144 perdones y conmutacio­nes de penas, muchos a considerad­os corruptos de la ciénaga que el expresiden­te prometió limpiar, mientras que no ha hecho nada por ayudar a los protagonis­tas de la toma del Capitolio.

En lugar del “gran despertar” que esperaban los de Qanon, el FBI detuvo este miércoles a Joseph Biggs, de 37 años y uno de los destacados Proud Boys. Le imputan ser uno de los cabecillas del asalto mortal al Congreso. Al menos otros cuatro miembros del grupo están imputados.

Y Trump jugando al golf.

Washington gana en movilidad, mientras los de Qanon ven que el mundo sigue a pesar de que Biden es presidente

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SAM THOMAS / AP Joseph Biggs, del grupo supremacis­ta Proud Boys, el miércoles en Florida, poco antes de ser detenido
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