La Vanguardia

El swing de Illa

- Álex Sàlmon

Cuando Jake Angeli, el hombre/bisonte que entró en el Capitolio, escuchó el discurso de Joe Biden, debió de pensar que todo era una farsa. Las palabras del recién nombrado presidente le sonarían a vagas y falsas en su particular mundo. Y así, conceptos de tanto valor resumidos en “y juntos escribirem­os una historia estadounid­ense de esperanza, no de miedo; de unidad, no de división; de luz, no de oscuridad”, pronunciad­os por Biden, se debieron de incrustar en su cabeza como una mala sintonía, carente de sentido.

El mayor valor del que entiende la política como un juego intelectua­l no es tanto por dar la razón a quien piensa como uno, sino todo lo contrario. En la contradicc­ión de ideas es donde radica el sentido profundo de la cosa pública, con un objetivo: la gestión. Por ello no se entiende cuando en las redes se bloquea un mensaje o se insulta sin la chicha suficiente para argumentar la crítica. Trump fue un campeón en eso.

Hago esta introducci­ón para intentar entender el porqué de los buenos resultados del candidato Salvador Illa en el último CIS by Tezanos. Qué caracterís­ticas existen detrás del nuevo valor socialista que ha trastocado la política catalana tanto como para que las dudas asalten a los que siempre han buscado las urnas aun superando la racionalid­ad que otorga la legalidad democrátic­a.

El método Illa ha sido siempre el de situar las coincidenc­ias por delante de las contraried­ades. Lo usó en su época como alcalde de La Roca, aunque una moción de censura lo expulsara de la alcaldía, a la que volvió en loor de multitudes. La utilizó como secretario de organizaci­ón del PSC en momentos difíciles entre las diferentes familias del socialismo catalán. Volvió a extraer su chistera conciliado­ra a la hora de unir, con claridad, pero sin excesos, las diferentes formas de ver la respuesta al procés desde el constituci­onalismo. Y, de entrada, fue todo esto el principal motivo por el que Pedro Sánchez y Miquel Iceta decidieron situarlo al frente del ministerio con menor número de competenci­as para gestionar desde allí la salida erosionant­e de la resaca del 1 de Octubre.

La realidad es muy tozuda y, una vez más, el sosegado Illa tuvo que librar una batalla imposible de ganar: la que se refiere a la covid. Imposible salir airoso de semejante marrón. Sin embargo, la encuesta realizada por el CIS le da unos resultados más que aceptables.

¿Qué valor puede tener el ministro más expuesto del último año para presidir la Generalita­t? Simple: el de no caer en las trampas políticas habituales. De no caer en la provocació­n aireada y gritona en un momento en que una parte de la ciudadanía rechaza las trifulcas de patio.

No es probable que sean sus estudios de filosofía los que le hayan dado un temple genuino. Es cierto que, entre Platón y Aristótele­s, Averroes y Santo Tomás de Aquino, Rousseau y Kant, el centro de gravedad tiene tendencia a situarse en un espacio equilibrad­o. Sin embargo, las cualidades de Illa para relativiza­r la opinión del otro es algo que lleva dentro como se lleva el ritmo. Y eso en política acostumbra a brillar cuando no se lleva un bisonte en la cabeza.

¿Qué valor puede tener el ministro más expuesto? Simple: no caer en las trampas políticas habituales

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