La Vanguardia

Un fallecido en la explosión de Madrid vivía a 130 km

Un sacerdote, un albañil y un electricis­ta, entre los muertos

- JOAQUÍN VERA

Un fuerte olor a gas en el interior del edificio situado en el 98 de la calle Toledo de Madrid impregnó las viviendas de los sacerdotes, situadas en las plantas superiores del bloque que este miércoles saltó por los aire tras una enorme explosión. Antes del suceso, Rubén Pérez, uno de los religiosos, avisó a David Santos, un feligrés de la parroquia, electricis­ta de profesión, quien no dudó en acudir a echar una mano como en otras ocasiones había hecho. Luego, vino la tragedia. David y Rubén son dos de las cuatro de las víctimas mortales de la brutal explosión en pleno centro de Madrid, que también dejó una decena de heridos y cuantiosos daños materiales. Los otros dos eran dos viandantes que pasaban por la concurrida calle en el momento en que parte del edificio se vino abajo: el albañil Javier Gandía y el búlgaro Stefko Ivanov.

El primero de los fallecidos en ser identifica­do fue David Santos. Casado y padre de cuatro hijos, trabajaba como operario en el departamen­to de mantenimie­nto de Metro Madrid. En su currículum también se puede leer que contaba con un empleo como técnico industrial en el hospital de Móstoles, al sur de la capital. Santos, que vivía en la misma calle junto a su familia numerosa, pertenecía al Camino Neocatecum­ental y estaba muy involucrad­o en las tareas eclesiásti­cas. Su cadáver fue encontrado bajo los escombros por un perro policía. No logró escapar a la explosión.

Quien sí lo hizo fue el sacerdote que lo acompañaba en el cuarto de máquinas de la instalació­n de la caldera en busca de la fuga. La deflagraci­ón le provocó multitud de quemaduras y heridas pero logró escapar hasta que pudo ser atendido y trasladado al hospital con estado muy grave. Trece horas después, durante el inicio de la madrugada, falleció a sus 38 años. Pérez llevaba solo siete meses ordenado como sacerdote tras formarse en el seminario Redemptori­s Mater de Madrid, según informaron desde el Arzobispad­o. En su primera misa el pasado mes de junio invitó a los fieles a “mirar al señor y confiar en él”.

Ajeno por completo a las actividade­s religiosas del edificio es el tercero de los fallecidos. El albañil Javier Gandía, de 45, vivía junto a su mujer y dos hijos a 130 kilómetros de la zona del desastre, en La Puebla de Almoradiel (Toledo). Según el alcalde del municipio, Gandía –muy conocido en el pueblo– tenía una pequeña empresa de construcci­ón e iba a Madrid con frecuencia –junto a otro familiar que esta vez no le acompañó– a realizar encargos. “No creíamos que pudiera estar en los aledaños de ese edificio, la fatalidad hizo que pasara por allí”, lamenta el alcalde.

Muy poco ha trascendid­o sobre la vida de la última víctima mortal, Stefko Ivanov, de 47 años, un vecino de Fuenlabrad­a de nacionalid­ad búlgara. Este fallecido fue identifica­do en un primer momento como una mujer de 85 años por los servicios de emergencia, posteriorm­ente por un varón de la misma edad.

El cura Rubén Pérez, de 38 años, logró escapar con graves heridas, pero murió horas después

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J.J. GUILLÉN / EFE Expertos comprueban los daños ocasionado­s tras la explosión registrada ayer en el 98 de la calle Toledo

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