La mala educación en África
El documental ‘Una luz en la oscuridad’ reflexiona sobre la precariedad y los abusos en las escuelas de los países pobres y propone soluciones
Hace casi cuatro años, Marta Borrell, una joven estudiante de Sevilla de tercero de la ESO, realizó un viaje de fin de curso con sus compañeros de clase a Marruecos. Allí vio de cerca la precariedad y la falta de recursos en las escuelas, algo que le marcó profundamente. “Marruecos está muy cerca de España y un niño allí no tiene las mismas oportunidades que yo. Te das cuenta de que hay muchas cosas que deben cambiar”, reflexiona esta adolescente que protagoniza Una luz en la oscuridad, un documental que aborda las necesidades y carencias educativas de las escuelas africanas y que aterriza en los cines coincidiendo con el día internacional de la Educación este domingo.
La cinta está dirigida por su propio padre, Josep Maria Borrell, que lleva quince años rodando producciones en el continente africano, “proyectos que siempre iban a parar al tema de la educación, que es la clave de todo”, asegura. Marta regresó a casa con la mochila llena de preguntas. Para poder conocer de forma más profunda por qué en un mundo tan globalizado existen niveles tan deficientes de escolarización, la familia Borrell puso rumbo a Mozambique durante las vacaciones de verano del 2017. “Queríamos ver en primera persona lo que pasaba en una clase, qué pensaban los alumnos, los problemas que tenían”, explica el realizador. En el documental Marta asiste incrédula a clases con profesores sin formación que chillan y “dan contenidos que no se adaptan a las realidades de los alumnos” y habla con alumnas que han sufrido abusos sexuales por maestros. Si no acceden a acostarse con ellos, repiten curso una y otra vez. La cinta incluye entrevistas a expertos en el tema, como el expresidente de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, o el director del departamento de Educación del Banco Mundial, Jaime Saavedra.
La experiencia vivida hizo madurar de golpe a Marta, que alzó su voz en la ONU el año pasado para exponer una lista de soluciones educativas para los países pobres. “Yo era la única niña y sentí una presión enorme“, recuerda con emoción esta joven de 17 años. Aunque sabe que será difícil atajar el problema, “pretendemos dar una visión optimista”. Su objetivo es que el mensaje cale en “los que tienen el poder y sobre todo en los niños, que tienen que entender el mundo en el que viven y que serán los que tomen las riendas en unos años”.