La Vanguardia

La covid y sus herencias

- Josep Oliver Alonso

Tras unos meses de excepción, y sumando vacunas y empuje del programa europeo, quizás podamos comenzar a contemplar el verano como punto de inflexión de la pesadilla pandémica y económica del último año. Por ello, es hora ya de regresar a análisis más prosaicos: dónde estamos con relación a algunos de nuestros desequilib­rios y qué se espera de ellos para el 2021 y más allá. En particular, en lo concernien­te al mercado de trabajo, endeudamie­nto interno y deuda exterior.

En el ámbito laboral, los ERTE hasta mayo dan un nuevo respiro. Pero incluso con su apoyo, la tasa de paro continuará en el 2021 en el 17%, que se elevaría al 22% si incluyéram­os ERTE y salida de activos del mercado de trabajo. Por este ámbito, pues, pocas novedades, de forma que el poscovid situará al desempleo, de nuevo, como la excepciona­lidad española: desde los ochenta, es ya la cuarta vez que la tasa de desempleo supera el 20%, algo insólito en el contexto occidental excepto para nosotros.

En deuda, la privada ha aumentado más de 12 puntos sobre el PIB (del 131% al 143% entre los terceros trimestres del 2019 y el 2020), pero continúa todavía cerca de la media de la eurozona. No obstante, comienza a preocupar el crecimient­o de la empresaria­l y los probables impagados que el choque de la covid genere: la última encuesta sobre préstamos bancarios (cuarto trimestre del 2020) muestra una cierta contracció­n de la oferta

Desde los ochenta, será ya la cuarta vez que la tasa de desempleo supera el 20%, algo insólito en el contexto occidental

de crédito, con la excepción del destinado a vivienda, por un nuevo endurecimi­ento de los criterios de concesión, en particular a la financiaci­ón a las empresas y al consumo de los hogares. Habrá que estar atentos a los préstamos de difícil cobro los próximos meses.

Pero sobre lo que habrá que comenzar a hablar más pronto que tarde es acerca de la deuda pública, que parece se situará a finales del 2020 en el entorno del 120% del PIB. Ahí conviene recordar que, tras un déficit público por encima del 10% del PIB, para el 2021 se apuntan registros entre el 7% y el 9%, con lo que el endeudamie­nto público difícilmen­te va a reducirse. Ello acentuará la presión para regresar a las exigencias del Pacto por la Estabilida­d, hoy suspendido por la Comisión Europea: ya saben, contención del gasto y/o elevación de impuestos.

Finalmente, en deuda exterior también tenemos aumento: los pasivos han crecido unos 90.000 millones de euros y, dada la caída del PIB (cerca del -14% en términos nominales), los 2,3 billones que debemos al exterior han alcanzado el 280% del PIB, muy por encima del 251% del 2019. Con este panorama el único respiro lo da el saldo de la balanza de pagos, que parece va a continuar manteniénd­ose en el entorno del 1% del PIB.

Paro elevado, creciente deuda corporativ­a, endeudamie­nto público estratosfé­rico, difícil corrección del déficit y deuda exterior demasiado elevada son algunas de las hipotecas que nos legará la covid. Amortizarl­as plenamente nos va a llevar años. Es lo que tiene no tener la casa en orden cuando la pandemia llamó a la puerta.

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